Capítulo 2- Los lazos de la amistad

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Son Gohan había pasado una de las noches más duras de su vida, pero el alba estaba a punto de reinar en el horizonte del Monte Paoz. Las cadenas montañosas de puntas redondas filtraban los primeros rayos del sol, la naturaleza seguía respirando y la fauna comenzaba a despertar.

Es curioso, pero Gohan todavía podía sentir el olor de Videl y Pan, era el único vínculo sensorial que no había desaparecido con ellas. ¿Sería cosa de su propia sugestión? No, no era eso.

— Ahora lo recuerdo... Ayer, antes de irnos a la cama, Videl le contó una de mis hazañas a Pan mientras abrazaban mi gi de combate. — Gohan baja la cabeza y se mira la vestimenta, su uniforme de color azul oscuro inspirado en Piccolo —. Resulta mágico que os pueda sentir tan cerca gracias a esta ropa. Cuánto te debo, querido amigo.

Superado el impacto emocional de las primeras horas, Gohan se lava la cara, aprovechando el agua fresca del río que corre por su casa, y emprende su viaje. Es plenamente consciente de la situación, sabe que será muy complicado fijarse un primer destino sin nadie a quien recurrir, sin nadie a quien...

FLAP / FLUSH / FLAP

Gohan mira al cielo, sorprendido por el sonido de un aleteo y la enorme sombra que se cierne sobre él.

— ¿Pero qué...? Imposible, tienes que estar de broma — dice Gohan sorprendido, mientras una sonrisa muy necesitada se le dibuja en la cara —. ¡Dragoncito, pero mira cuánto has crecido! ¿Cuántos años han pasado ya?

Cuando Gohan era un niño y apenas empezaba a vivir sus aventuras, rescató a un pequeño dragón de un bosque en llamas. Fue el comienzo de una grandísima amistad, aunque a Chichí no le hacían nada de gracia sus escapaditas con el dragón. ¡Le distraía de sus estudios!

Muy a su pesar, el pequeño y el dragón dejaron de verse tras la derrota de un ser demoníaco que ansiaba el trono de Kami Sama, esto es, el dios de la Tierra.

— Algo me dice que si te sigues juntando conmigo, pondrás en riesgo tu vida. Así que por favor, ¡aléjate de mí, vuela libre más allá del cielo! — le gritó Gohan el día de su despedida, silbando después, entre lágrimas, una pegadiza melodía mientras el dragoncito desaparecía en el firmamento.

Gohan pensaba que ya no se acordaría de dónde vivía, pero parece que los animales más especiales nunca se olvidan del Monte Paoz, y menos aún de cierta familia peculiar.

— Espera, espera. ¡Síiii, yo también me alegro de verte, tranquilo! ¿Quieres contarme algo? ¿Qué pasa? De acuerdo, tengo una idea. — Gohan saca del bolsillo un saquito con un caramelo Ho-La y se lo da al dragón —. Ten, come esto. Suerte que todavía quedaba uno en casa.

El dragón lo huele extrañado, abre la boca y se lo traga de una sentada.

¡GLUPS!

— Arf. Tener que acompañarme, Gohan. Arf. Momento ser peligroso. Arf. Ser parlante necesitar ayuda. Arf. Transformar y caer. Arf.

— Está bien, no te preocupes viejo amigo. Iré contigo, todo saldrá bien. — Gohan se subió a su lomo y el dragón alzó el vuelo-. ¿Sabes dragoncito? Aunque ya sabía volar, siempre que te veía me encantaba subirme a tu espalda para que me llevaras de aventuras. ¿Nunca te ha molestado, no?

— Arf. Sí, es molesto. Arf.

— Vaya, lo siento...

— Arf. ¿En serio creerlo? Arf. Ser broma. Arf. Me encanta tener a ti ahí arriba querido amigo. Arf.

La fauna en el Monte Paoz era menos hostil desde que Bulma ayudó a Pan con cierto asunto. La pequeña, cuando apenas empezaba a subordinar unas oraciones con otras, observó que algo no iba bien con Bee, el perro de su abuelo Mr. Satán, padre de Videl.

El can se había tragado un parásito electrónico de origen desconocido, pero gracias al aviso de Pan pudieron salvar al perro en la Capsule Corporation, la casa de Bulma y su familia.

— ¡Medicina de última generación, y todo gracias al cerebro científico de la preciosa Bulma! Jo, jo, jo, jo - se decía a sí misma Bulma, que siempre ha tenido la autoestima por las nubes.

— ¡Shiiii, Bee ya puede comer! — Pan saltaba de alegría junto a su abuelo Mr. Satán, viendo que su amiga había hecho "magia" en el laboratorio.

Tras aquel percance, Pan empezó a preocuparse por el estado de salud de los animales del bosque. ¡Se ponía de los nervios cuando los veía sufrir y no sabía qué les pasaba! Así que, ni corta ni perezosa, y creyendo que Bulma era una auténtica maga, el día que la volvieron a visitar le preguntó:

— ¿Me hechizas para hablar con los animales? Están sufriendo y no les puedo ayudar. ¿Shiiii?

Bulma no podía decir que no a esos ojos y le desveló el gran secreto.

— ¿Sabes cómo pude salvar a Bee? Gracias a este caramelo Ho-La. Se lo hice tragar para que él mismo me dijera qué le pasaba. ¡Y bingo! ¡Coser y cantar!

— Tssss. Cómo vuelva a escuchar la palabra "bingo" me iré de esta casa — decía Vegeta, el marido de Bulma, mientras pasaba por el pasillo camino a su sala de entrenamiento.

— Este invento se lo tienes que agradecer a tu gran amiga Bra. Mi hijita, al igual que tú, se empezó a preocupar por todos los animales que tenemos en el jardín. ¡Dinosaurios incluidos! Fue así cómo inventé estos caramelos para ayudar a la fauna necesitada. ¡Y saben a pienso! Están causando furor en la reserva de nuestro amigo 17.

— ¿17? ¿Quién es 17? — preguntó Pan extrañada.

— ¡Es cierto, lo olvidaba! Ahora muchos le conocéis como Lapis, es una larga historia - dice Bulma sonriendo —.Te voy a dar este saquito con 20 caramelos Ho-La, pero recuerda que solo puedes usarlos junto a mamá o papá, ¿vale? Y ten en cuenta que los animales dejarán de hablar contigo pasados 10 minutos.

10 minutos después de alzar el vuelo, Son Gohan y el dragoncito llegaron a un lugar recóndito del Monte Paoz.

— Tranquilo amigo mío, sé que ya no podemos hablar, pero entiendo lo que quieres decirme. Yo tampoco me creo lo que estoy viendo...

La aventura mística de Son GohanWhere stories live. Discover now