Capítulo 12

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-¡Harry! ¡Llamemos a Harry! ¡HARRY!

Un grupo de mujeres en los asientos detrás de mí están gritando con toda su garganta.
¿Puedes entender cuan real, realmente difícil es olvidar al hombre cuando todos a tu alrededor lo están aclamando? Sobre todo cuando mi cuerpo está lleno de adrenalina por la pelea a punto de comenzar.

Es una sensación deliciosamente familiar, en realidad, está hirviendo a fuego lento en mí mientras me siento en el Underground de Atlanta, esperando a que Harry salga al ring. Siento que soy el contrincante y mi cuerpo está preparado perfectamente. Mi sangre corre caliente y fluida dentro de mí, y mi mente esta tan clara como un cristal recién lavado. Mis piernas están inmóviles debajo de mi asiento y también mis manos, pero no es más que un engaño. Es la quietud de la preparación. A pesar de que en el exterior todo está en calma, en el interior hay un fuego rugiendo.

Llega el momento que todo cae en silencio y se contiene la respiración, hasta que llega el momento de explotar, será concentradamente preciso que des rienda suelta a tu energía en un perfectamente planeado estallido.

Incluso ahora, recuerdo mi perfecta posición en cuclillas en la parrilla de salida, la forma en que todos mis sentidos parecían estar afinados con el sonido del disparo de salida, donde todo -y me refiero a todo- despierta con ese sonido y tu corazón deja de latir una fracción de segundo.

Ahora parece que estoy a la espera de escuchar su nombre anunciado, y cuando por fin oigo: "HARRY STYLES, RIIIIIPTIDE" hay una fiebre atravesándome, y sin embargo no hay lugar al que yo pueda correr, no hay alivio para lo que le sucede a mi cuerpo, solo está ese increíblemente poderoso dolor siendo alimentado por las mismas feromonas que mi cuerpo intenta mantener en control, que yo no tengo manera de detener.
Me levanto de mi asiento al igual que toda la gente en la habitación, pero es todo lo que puedo hacer mientras lo veo salir al escenario de la manera en que solo él sabe. El público lo recibe al instante con más gritos, y estoy mareado también. Ahí está, la fantasía viva y andando de un omega haciendo su camino lento, arrogante, todo alfa, con su cabello negro despeinado, su pecho marcado, una sonrisa asesina con hoyuelos, todo el paquete Harry Styles. Es la mismísima perfección; una nueva ola de feromonas me recorre mientras en el resto de las personas se lo come con la mirada, tan descaradamente exhibicionista en sus pantalones cortos de boxeo y tan sorprendentemente atractivo, se convierte en el centro de mi atención.

El centro. De mí. Mundo.

Nunca he sido más consciente de mi cuerpo y sus miembros internos y externos que cuando me relacioné con ese hombre. Yo no sé si alguna vez me voy a acostumbrar a él. Jamás podré lograr que deje de provocarme esto. Quizás podré hacerlo cuando me haga suyo. O me marqué. Tan solo un sueño. Sí, este alfa pone mi cuerpo fuera de control.

-¡Y ahora, el famoso y aclamado Owen Wilkes, el Saltamontes Irlandés!

Mientras su rival pelirrojo llega al ring, la mirada azul de Harry barre la multitud hasta que me encuentra. Nuestros ojos se encuentran, al instante estoy sin aliento. Su hoyuelos forman una sonrisa tan perfecta que se desliza por todo mi cuerpo, electrizando mis terminaciones nerviosas.

Todavía estoy sonriendo como un tonto cuando la campana suena, y no quiero contener mi aliento cuando estoy observando, pero lo hago.

Harry se ve casi como un Rottweiler aburrido mientras su ponente, el "Saltamontes" parece saltar por todo el ring y a su alrededor como un canguro bebé.

Él lo golpea rápidamente, y como sigue ganando pelea contra una fila de oponentes, uno tras otro. Por lo que Liam me ha dicho, solo los últimos ocho finalistas en cada ciudad competirán en la próxima ciudad designada y todo se reducirá a una gran pelea al final de la gira, en Nueva York, en donde solo los mejores dos hombres participaran en una larga lucha de dieciséis rondas, en lugar de un puñado de peleas de tres rondas.

Ahora, Harry pelea contra un hombre que luce más como un luchador que un boxeador. Sus abdominales son flácidos y voluminosos, es casi el doble de ancho que Harry. Algo feroz y primitivo se retuerce en mi interior y estoy de pie con un silencioso:
-¡No! -Justo en el instante que el hombre al que llaman El Carnicero asesta un golpe en la caja torácica de Harry.

Golpea a Harry tan duro que puedo escuchar cómo le ha sacado el aliento.
Mis entrañas se bañan en terror, incluso cuando se recupera fácilmente, mi corazón no deja de golpear contra mi pecho. Me muerdo el labio mientras lo veo aterrizar una serie de perfectos golpes en el núcleo del Carnicero. Se mueve con tanta fluidez, cada parte de su cuerpo flexible y fuerte, a veces me olvido de que está peleando con otra persona solo por el hecho de que me hipnotiza con sus movimientos.
Me encanta ver esas poderosas piernas, como se balancea y se mueve con fuerza y agilidad. Me encanta cada flexión de sus cuádriceps, sus hombros, sus bíceps, la forma en que sus tatuajes se envuelve en sus brazos.

-¡Boo! ¡Boo-hoo! -La multitud empieza a gritar después de que Harry recibiera otro golpe en la parte superior de su torso. Me estremezco cuando El Carnicero sigue con un golpe directo a los labios de Harry. Su cabeza se tambalea, veo gotas de sangre salpicando sus pies y me oigo decir en voz baja otra vez-: ¡No! -Él se endereza nuevamente y recupera su posición, lamiendo la sangre de un corte en su labio. Sin embargo, no entiendo porque está bajando la guardia.

Parece como si no se estuviera cubriendo a propósito, incluso el entrenador y Zayn están frunciendo el ceño con perplejidad en la esquina del ring mientras ven la lucha continuar, Harry aterriza sus golpes tan perfectamente como siempre, pero lo extraño es que El Carnicero tiene demasiado acceso a su región en la caja torácica. Estoy confundido y ansioso de que termine, y lo único que sé es que cada golpe que ese horrible hombre asesta en él, yo lo siento como un cuchillo siendo clavado en mi estómago.

Cuando El Carnicero golpea su cara una vez más y Harry cae sobre una rodilla, me quiero morir.

-¡NO! -El grito sale sin mi permiso.

Y cuando la mujer a mi lado me oye, ahueca los dos lados de su boca y grita:

-¡Levántate, Harry! ¡Levántate! ¡Acaba con él!

Una respiración entrecortada de alivio me inunda cuando salta hacia arriba y quita la sangre de su labio, pero sus ojos fijos en mi dirección, y luego vuelve a recibir otro golpe que lo hace rebotar contra la cuerda.

Mis nervios están hechos jirones, de tal manera que tengo que agachar la cabeza y dejar de ver por un momento. Hay, literalmente, una bola de fuego en mi garganta, y ni siquiera puedo tragarla. Hay algo en verlo ser golpeado que me hace sentirme indefenso como lo hice cuando me rompí la rodilla y no pude hacer algo al respecto. Estoy siendo comido por la necesidad, por la necesidad de levantarme e ir a golpear a ese jodido hombre gordo o simplemente huir de aquí. Luchar o huir. Pero en cambio, me siento aquí, y es horrible.

De repente, comienza su coro habitual:

-¡HARRY! ¡HARRY! ¡HARRY!

Y algo sucede cuando no estoy mirando, pero el caos se desata en el Underground, la gente empieza a gritar:

-¡Sí! ¡HARRY, HARRY, HARRY!

La voz del locutor irrumpe a través del altavoz.

-¡Nuestro vencedor, señoras y señores es RIPTIDE! ¡Rippppptiiiiide! ¡Sí, señoritas hambrientas, griten por el chico malo más malo que este ring ha visto! ¡Rippppppptiiiiiiide!

Me levanto, y mi cabeza mis ojos se abren de sorpresa cuando se posan de regreso al ring. El hombre gordo está siendo levantado en una camilla por los médicos y me sorprende el hecho de que Harry parece haberle roto las costillas.
Pero mi chico ya no está en el ring.

Y él podría tener una costilla rota también.

Dios mío, ¿qué demonios pasó?


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Real | L.SWhere stories live. Discover now