morfeo ; fem! ls

¿estás despierta?

¿estás despierta?

Aquella noche el sonido de una puerta abrirse la sacó del reino de las pesadillas. Después, unos pequeños sollozos y unas zapatillas estrellándose contra el parqué. Harry no movió ni un músculo, y rezó para que el sonido de su corazón no alertara a Louise de su presencia. La notó sentarse en la cama y sorber por la nariz.

—¿Estás despierta?

Harry tragó saliva. Se removió en la cama y se incorporó. La cara de Louise parecía un mosaico de cristales rotos. Tenía los labios pintados de rosa y los ojos dorados. Ambas se miraron unos segundos sin decir nada. Harry la observó apartar la vista y pasarse las manos por el rostro.

—Nunca más volveré a llevar esta falda —balbuceó —. Es territorio de ranas babosas.

Harry lo entendió. Pensó que la falda no tenía nada que ver con esa viscosidad que se extendía como una plaga. No dijo nada cuando Louise se metió en su cama todavía maquillada, con tan solo una camiseta. Agarró su cuerpo con uno de sus muslos y Harry se durmió con la nana de su llanto.