mírame

58 8 0
                                    

mírame

No fue premeditado. Harry lo juró ante Louise, ante el rector y ante sus padres. No fue premeditado. Eso sería imposible: de la rana sabía que era un baboso y un cobarde, pero Louise no había soltado ni un nombre ni una descripción física siquiera. Louise la creyó: sabía, al igual que Harry, que era imposible. Y sabía que Harry no era la clase de persona que hacía eso, y que él sí. Al rector, quién había empezado y si había sido planeado o no en verdad no le importaba mucho. Sus padres no supieron bien cómo reaccionar. Ellos, más que Louise, sabían que no era propio de Harry. Pero también sabían que su hija haría lo que fuese por las personas que quería, y no les hizo falta mucho para descubrir que a Louise, en efecto, la quería.

Fue en un estúpido seminario al que Harry asistió para subir nota. Un chico alto, de piel pálida y profundas ojeras se acercó a ella seguido de otros dos. Harry no los conocía, pero no le dieron buena espina.

—¿No eres tú la nueva compañera de cuarto de Lou?

Harry abrió la boca para contestar, pero no le dio tiempo. Repitió el apodo en su mente: «Lou».

—¿La de las pesadillas? —preguntó muy cerca de donde ella estaba, casi escupiendo saliva al rostro de Harry —. Qué pesada, eh, todo el rato hablando de ti. Si hasta parecía que le gustabas.

Un dedo en su barbilla. Harry intentó controlar el pánico que se había instalado en sus venas.

—Una vez le propuse hacer un trío, pero la muy mojigata se enfadó. —Risas. Harry apretó los dedos alrededor de su cuaderno —. De todas formas, eres fea con cojones, ¿eh?

A Harry poco le importaba lo que un gilipollas como él pensara de su físico. Lo importante era que había deducido quien era ese chaval que la miraba por encima del hombro con ese deje de crueldad en sus ojos oscuros. Harry se levantó y con toda la fuerza de sus delgados brazos, le pegó un puñetazo en la mandíbula. La respuesta no se hizo esperar, y Harry supo que si esperaba a que tres chicos le pegaran, no sobreviviría. Salió corriendo por la ventana, aprovechando k estaban en el primer piso. La cogieron unos cuantos metros después y le rompieron una costilla, pero pronto llegó una persona que les detuvo. Llamó a la ambulancia y llevó a esos tres orangutanes al rector.

No obstante, el rector se enteró de que era Harry quien había empezado la pelea y pronto empezaron a preguntarle también a ella para determinar un castigo. Sus padres se pusieron de su parte: Harry tenía una costilla rota por culpa de esos imbéciles y estaba cansada, las preguntas y el castigo podían esperar.

Louise fue a visitarla. Le acarició la cabeza y lloró sobre su hombro.

—Louise —habló Harry. Louise siguió llorando —. Mírame —ordenó. Ella la miró, sus grandes orbes empañados en lágrimas —Sé que no te lo dije, pero no me gusta que vayan contando por ahí lo de mis pesadillas. Me hacen sentir un bicho raro. No estoy enfadada, solo, no vuelvas a hacerlo, ¿vale?

Louise asintió y la abrazó con fuerza. Besó su cuello y lloró en silencio. En algún momento la oyó murmurar que lo sentía y que Harry era una tonta por haber hecho eso. A Harry le daba igual. Lo volvería a hacer. Lo volvería a hacer mil veces.

morfeo ; fem! lsWhere stories live. Discover now