Capítulo 49

20 2 0
                                    

Ignoré la situación que tenía frente a mí y me hice paso tras ella. Más bien, ignoré el hecho de que Duha Banjaban fuese una copia mía.

Este país no sabía más que copiar al resto.

Rumanía, como Venecia.

Duha... ¿Como yo?

Había algo que no me cuadraba. Aún así, traté de concentrarme y de buscar a quien en realidad deseaba ver con todas mis fuerzas.

Después de seis amargos años, había llegado el momento del tan esperado reencuentro entre su preciado padre y yo.

Pobre niña, lloraría sin consuelo ante el hecho de tener como único progenitor a Mirka. Vaya madre.

Al momento, las palabras de Will volvieron sobre mi mente.

Danka Vinchester sigue dentro dentro de ti.

Lo que aquel hombre provocaba sobre mí moriría conmigo.

Aquella noche se iría a la tumba con nosotros.

Nadie sabía la verdad, nadie sabía quién era.

Realmente, ni siquiera yo lo sabía.

Me era suficiente sentir una cuarta parte de mi oscuridad a través de él. Es como si una parte de mí siempre hubiese sido de Will. No se atemorizó ante las miles de muertes que causé. No me juzgó por estar aterrando a niños de siete y ocho años. Se reía de cada uno de mis actos y me recordaba constantemente quién seguía en mi interior.

Sus tatuajes me fascinaban tanto como las miles de historias que debía de ocultar tras ellos.

Su risa me irritaba y limitaba la paciencia, pero me parecía una absoluta e increíble aventura pasar tiempo al lado de un completo desconocido.

Un desconocido cuya identidad procedía de más allá del océano atlántico.

Me dijo que procedía de América. Quizá esa fuese la información más cercana a él que iba a obtener en toda mi existencia.

Debía conformarme con su fuerza sobrehumana, con sus ojos dorados como los astros y sus cabellos, de color más negro que el propio carbón.

Debía tener suficiente con su sarcasmo, con su constante y agotadora presencia.

Le irritaba que no le quisiese a mi lado. Le causaba un verdadero fastidio que le alejase de mí.

Por mucho que desconociese por qué nuestras pieles ardían cuando nos tocábamos, o por qué mis ojos escocían con tanta intensidad cuando se cruzaban con los suyos, no me interesaba averiguar quién era él en realidad.

No necesitaba a Will a mi lado, después de todo, él solo era un capítulo de mi historia.

Y por ello, solo él y sabíamos lo que esconderíamos de por vida.

Esbocé una media sonrisa, malévola, recordando mi cometido en Rumanía.

Después de esto, sería libre.

Quién sería —o qué haría— tras ello era una cuestión que resolvería más tarde.

Los problemas de uno en uno.

El pasillo que se encontraba frente a mí era interminable. La mansión de los Banjaban era como la casita de muñecas que Mirka tenía cuando era pequeña, en comparación con el palacio en el que me encontraba ahora.

No comprendí por qué necesitaban tanto espacio para vivir cuatro míseras personas, pero ahí estaban. Demostrándoles al mundo quiénes eran, teniendo el mayor de los palacios y, aún así, teniendo a su pueblo sin ningún tipo de carencia.

La leyenda de RachellaWhere stories live. Discover now