Una joven asesora del Buró de Investigaciones de California tras una apuesta con sus colegas es aceptada para trabajar con el mismo empleo en Scotland Yard, Londres.
- Hola, soy ___ Jane -lo saluda con un apretón de manos.
- Mi nombre es Mycroft Hol...
Despertaste gracias al sonido del despertador, diste vueltas en la cama hasta llegar al dichoso aparato y apagarlo, abriste los ojos con rapidez al no haber notado la otra presencia en la cama, te sentaste y lo buscaste con la mirada, pero no estaba, te envolviste en la sábana para ir a la sala de estar, confirmando que tampoco estaba allí. Te arrepentiste rotundamente al pensar que para él no pudo significar nada, simplemente un acostón sin alguna clase de sentimientos de por medio, pero luego pensaste que Mycroft Holmes no eran de esos hombres, lo que te hizo tener una gran duda en tu cabeza: ¿En verdad Mycroft se enamoró de mí?. Entraste rápido al baño para darte una ducha, las festividades allí no impedirían que fueras a trabajar, al salir te pusiste uno de tus tradicionales trajes de tres piezas y estuviste por prepararte un té, pero no tenías azúcar.
- Que bien comencé el año -dijiste con sarcasmo.
Tomaste tu teléfono, bolso y abrigo, para salir del departamento, te paraste junto al 221B y tocaste a la puerta, dejando ver al instante a la amable señora Hudson.
- Hola. Feliz año nuevo, Sra Hudson -le diste un beso en la mejilla- ¿Los chicos están arriba?
- Feliz año, querida. Sí, creo que tienen un cliente...
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- bueno, gracias
Subiste como sin un ápice de vergüenza y abriste la puerta como si fuera tu casa.
- Hola chicos, no tengo azúcar y llego tarde a trabajar -te dirigiste a la cocina como si nada- espero que no les moleste... y si les molesta me da igual -echaste agua en la tetera y la pusiste en la cocina para que se caliente- ¿Ustedes qui... -viste a una mujer con la bata de Sherlock puesta- Hola... señorita -la observas fijamente- oh, vaya -reíste al caer en que era Irene Adler.
- Usted debe ser la famosa señorita Jane -se levantó de la silla en la que se encontraba- Soy...
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- La tal Irene Adler -le sonreíste- cuidado con mis chicos, no me los haga pelear. ¿Si me comprende? -le guiñaste un ojo.
- oigan, nosotros también existimos -protestó John.
