65. VOLVER A CASA

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Aquella noche en su alcoba, Robbie se reunió con Janick en el lecho.

—Por fin. Qué día más largo —dijo el escocés cuando estuvo acomodado a su lado. Lo vio sacar el anillo del morral y ajustarlo en uno de sus dedos, le quedaba enorme. Besó su mano—. Ya tienes tu anillo, ahora podrás volver a casa.

—Sí... —suspiró Robbie colocándose sobre su recio pecho—. Pero podré regresar cuantas veces quiera.

—Siempre que no vuelvas a perder el anillo.

—No lo perdí. Me lo robaron.

—Ajá, ya sé. Esos bastardos MacKenzie.

Ahora, la perspectiva de navegar por el tiempo se le hacía más apetecible. Podría viajar a la actualidad para echar un vistazo y luego regresar junto a Janick.

—Podrías venir conmigo.

—Mejor que no —respondió él que ya había tenido suficiente con lo poco que había visto—. Soy un hombre de mi tiempo, seguramente tendría poca utilidad en tu época.

—Te equivocas. Podrías ser policía o soldado, incluso guardaespaldas. Los tíos como tú están muy cotizados en mi mundo.

—¿En serio?

—Las cosas no son como aquí, pero seguro que serías capaz de buscarte la vida. Sin ir más lejos, las mujeres se volverían locas por ti.

Janick lo pensó un instante, ¿por qué una mujer se volvería loca por él?

—¿Las asustaría?

—Nooo —Roberta soltó una carcajada, y él se deleitó con su cara, ¿tendría que acostumbrarse a vivir sin ella?— Bruto, nooo. Las enamorarías.

Y Janick se espantó ante esa idea.

—Aún me siento incapaz de manejarme contigo. No quiero a nadie más. No soy un hombre instruido, no necesito lujos. Solo quiero estar contigo y que me ames.

—¿Tú me amas?

—Siempre he sido como un animal, pero solo tú me has hecho sentir cosas que no sabía que se podían sentir. No sé si se llama amor... pero ya no quiero ser de la otra manera.

—Ay Janick. —Roberta lo besó con pasión y luego se quedó sobre él mirándolo muy fijamente—. Yo creo que te amo, como nunca antes amé a nadie.

Después de un poco más de besuqueo y arrumacos, acompañado de buen sexo y un poco de comida e hidromiel, siguieron con su charla anterior.

—¿Qué hace un policía?

—Pues un policía es una especie de vigilante del orden. Trabaja para la ciudad, velando por la seguridad de los ciudadanos y detiene a los bastardos MacKenzie de mi mundo. Un soldado es más como tú, un guerrero que defiende su país igual que tú lo haces con el clan, serías un buen soldado.

—¿Y qué es un guardaespaldas?

—Son personas que se dedican a custodiar y proteger a una persona, como tú haces con tu laird. Son expertos en combate y en armas. —Robbie lo pensó un instante y cerró los ojos con deleite—¿Pero sabes dónde destacarías por encima de todos los oficios? Como modelo.

—¿Qué diablos es un modelo?

Y Robbie sonrió anticipando la cara de horror que iba a componer su escocés, y ya estaba aguantándose las ganas de reír a carcajadas.

—Son personas que se dedican a lucir ropa y les pagan por ello.

—¿Solo eso? ¿Cómo un pavo real?

Y ahí estaba su cara de repugnancia, el genuino gesto de Janick cuando se cruzó con ella por primera vez.

Al otro lado del pasillo, Dee-Dee no era capaz de pegar ojo a pesar de que estaba agotada. Los acontecimientos más recientes la mantenían en un estado de agitada vigilia. Esto era un sueño y en algún momento se despertaría, ¿pero quería despertar? Su vida de los últimos meses había sido insulsa y olvidable, después de perder el trabajo, no encontraba nada que la llenara, ni siquiera sus amistades. Siempre había sido una persona de poco trato con conocidos y familia.

Quería quedarse aquí un tiempo, fuese sueño o no. Necesitaba un cambio grande en su vida, algo que la sacudiera y le diera sentido a la existencia gris de los últimos meses.

Metida entre las cálidas pieles en ropa interior, escuchaba a su prima reír en el otro cuarto, hostia, alcoba. A pesar de ser una chica larguirucha y flaca, lo cierto es que siempre le había parecido de lo más insulsa, y verla acompañada de semejante semental le hacía pensar que es posible que ella también pudiera conseguirse uno. No buscaba amor, pero necesitaba un buen empotrador igual que necesitaba el aire para respirar. Nunca había sido una persona muy sexual, de hecho, llevaba más de un año sin alimentar al conejito... y había llegado el momento de que se diera un festín de buenas zanahorias.

Eso pensaba llevárselo por delante cuando volviera a su tiempo o despertase, lo que fuese que tuviera que suceder. Y de ese modo, pensando en Malcolm, o en su laird, Connor, se quedó dormida sintiendo un cosquilleo en sus partes íntimas.

GuerrerasWhere stories live. Discover now