PRINCIPESSA | Alec Volturi

🖇 Chapter One 🖇

La mañana estaba agradable en lo que respecta al pueblo, el aire frío de Forks me dio de lleno contra el cuerpo al instante en el que bajamos del avión. Giré el rostro para ver a Bell, quien sujetaba con fuerza su pequeño cactus, mientras caminaba. Miré a todos lados tratando de visualizar a mi padre hasta que logré encontrarlo con un cartel y nuestros nombres en él.

Isabella y Freya Swan. Leí mentalmente lo que decía, sujete con poca fuerza el brazo de Bell para arrastrarla hasta donde estaba papá, una gran sonrisa se sitúo en mi rostro al ver que tenía puesto su tan característico uniforme de Sheriff. Debía admitir que extrañaba demasiado eso, hacía mucho tiempo que no venía a visitarlo y el estar aquí me llenaba por completo, en especial el clima del pueblo.

En verdad amaba el frío que hacía en ese lugar.

—¡Papá! —exclamo con felicidad, rápidamente suelto a mi hermana para poder abrazarlo con fuerza, lo había extrañado tanto.

—Yo también te extrañe, Frey —dijo con gracia a lo que solté una risa, una vez deshice el abrazo dirigió su mirada a Bell para sonreírle levemente—. Hola, Bella —murmuró sin saber cómo saludarla.

—Hola —le devolvió el saludo, era tan cortante como siempre que se sentía incómoda.

─Bell no es de muchas palabras ─digo tratando de alivianar el ambiente y que ninguno se sienta incómodo, papá me miró y asintió lentamente para luego tomar algunos de nuestros bolsos.

─Bien, debemos irnos. Lamento informar que traje la patrulla ─habló mientras miraba a Bella para después dirigirse al auto con grandes zancadas.

─¿Qué lamentas? ¡La patrulla es asombrosa! ─suelto con indignación, ¿A quién no le gustaba esa patrulla? Era increíble ir en ella y prender la sirena para que te dejen pasar.

─No para todos ─escuche decir a Bell, la miré con el ceño fruncido y negué levemente, me acerco a la cajuela del auto para poder meter los bolsos en ella.

─¿Puedo encender la cirena? ─pregunto con esperanzas de que me dijera que si.

─No, no puedes ─contestó divertido y yo lo único que hice fue bufar con molestia, en verdad quería encender esa cirena.

Vi como Bell iba directamente al asiento del copiloto así que me apure para impedir que aquello suceda. No me malinterpreten, amo a mi hermana, pero cada que se sienta en la parte delantera con mi padre es una asquerosa tortura, absolutamente todo quedaba en un silencio incómodo y cuando pasa eso me dan ganas de abrir la ventana para lanzarme a la puta carretera. Quedo junto a Bella y antes de que siquiera tocara la puerta la empujo para adentrarme al auto.

─Lo siento, Bell, pero yo voy adelante ─le digo con una sonrisa, ella solo rodó los ojos y se fue a la parte trasera del auto.

Dejando eso de lado el viaje fue sumamente agradable, hable con papá y nos pusimos al día sobre los últimos partidos de béisbol. En cuestión de un rato llegamos a casa, todo estaba igual que hace unos años atrás, la fachada de la casa era de un bello color blanco que hacía resaltar las lindas plantas que adornaban el frente. Baje rápidamente del auto y me dirigí a la parte de atrás para tomar mis cosas.

─Yo bajo mis bolsos, papá ─le digo mientras tomo mis cosas.

Luego de decir aquello y tomar mis cosas comencé a caminar entre el barro que había por la lluvia, limpié mis zapatos en la alfombra que había frente a la puerta de entrada para luego ingresar a casa. Al entrar aquel calor abrazo por completo mi cuerpo sacándome el frío, por lo menos la calefacción funcionaba a la perfección.

Sonreí levemente al ver la foto colgada en una de las paredes en donde estábamos papá, mamá, Bell y yo. Doble a la izquierda para subir a las escaleras que llevaban al baño y a las habitaciones, sin mucho pensarlo me adentré en la puerta que tenía una F en dorado sobre el pestillo, era una pequeña letra, pero ayudaba a diferenciar la habitación de Bell con la mía.