PRINCIPESSA | Alec Volturi

🖇 Chapter Twenty-three 🖇

Omniscient narrator
✦ ˚  　· 　 .

Las semanas pasaban más rápido de lo esperado, todos en el castillo Volturi estaban ansiosos, con nervios, aterrados o a la defensiva. Nadie estaba seguro de que aquellos embarazos sean de confiar, podía salir cualquier cosa.

Caius estaba preocupado, el estado de Chelsea se deterioraba cada vez más, aquello la estaba consumiendo en vida, la piel de su cuerpo se pegaba a sus huesos demostrando lo desnutrida que estaba, la sangre ayudaba poco, simplemente la recuperaba durante un periodo de tiempo y luego volvía a recaer por horas, estando débil y con el corazón errático.

Alec por otro lado mentía a Freya totalmente vigilada, apenas tenia una barriga del tamaño de un balon de voleibol, parecia que simplemente habia subido de peso, y cuando se vestia con ropa holgada no se notaba casi, ella se sentia bastante a gusto con todo en general. Sin embargo, habían días en los cuales le dolía el cuerpo entero, no se podía levantar de la cama porque se desmayaba, su piel había tomado un color aún más pálido de lo normal, y eso preocupaba al Volturi.

En ambas los antojos había aumentado, comiendo cosas extrañas, como por ejemplo pizza con chocolate, o ajo con caramelo. También Marcus les había regalado ropita blanca de talles pequeños, le había encantado salir a comprar cosas y con mucho entusiasmo les lleno gran parte del guardarropa con mini cositas.

Entre Alec y Freya había llegado a un acuerdo con los nombres, él dejó de lado sus anticuados nombres y ella le dio nuevas opciones. Si era una niña iba a llamarse Davina o Francesca, y si era niño iba a llamarse Sebastian o Demian.
Ambos estaban satisfechos con las opciones que era lo importante.

Alec estaba tan preocupado que había conseguido un libro sobre neonatologia, sobre maternidad y crianza de los niños. Cada noche se acostaba en la cama con el rostro frente al vientre de Freya para contarle historias a su futuro hijo, le contaba sobre las veces que había peleado en grandes guerras, o las veces que participo en grandes matanzas, también le hablaba sobre lo linda que era su mamá y que al dormir se le caía la saliva, o sino le cantaba sus canciones favoritas en Italiano.

Cada dos por tres cuando cuando Freya se dormía el tomaba algunos marcadores que utilizaba su mujer para marcar sus libros y trazaba líneas sobre su barriga, hacia dibujos en el vientre de ella y luego se los mostraba con entusiasmo. Ella amaba aquella faceta suya.

Aunque luego estaba Caius, que se preocupaba porque el bebé aquel estaba acabando con la vida de su amada, él temía perderla al igual que Marcus perdió a su pareja, no quería lo mismo para si mismo. Quería vivir una eternidad junto aquella rubia de mejillas brillantes, quería ver su rostro todos los días.

(...)

Todo el lugar estaba en completo silencio, nadie hacía nada, los humanos dormían, era tarde en la noche, hasta que un grito desgarrador despertó a todo mundo. Era un grito cargado de agonía, desesperación y dolor, era hiriente, y se escuchaba ajeno a todo. Todos se levantaron rápidamente a acudir en caso de que precisarán ayuda, Poe, Allison y Freya corrían rápidamente hasta donde todos iban y rápidamente se dieron cuenta hacia donde era. Se trataba de la recamara de Chelsea.

—¡Muevanse! —gritó con desesperación el rubio, todos se movían del medio del camino dándoles paso.

Cuando entraron a la habitación presenciaron la escena más repugnante que cualquier ser humano se podría imaginar. Chelsea estaba en la cama agonizando, con el abdomen abierto, perdiendo sangre. Caius estaba aún lado de ella junto a Heidi, con un bebé en brazos que lloraba a más no poder, y luego se dio media vuelta para morder a la rubia. Aquella escena fue demasiado, Freya miraba todo con horror, la forma en la que su amiga gritaba a causa del dolor, y la forma en la que lloraba aquel bebé. Pero nada la había traumatizado más que el ver tanta cantidad de sangre saliendo de un cuerpo.

La castaña entró en pánico y salió con torpeza de aquel lugar, su respiración se volvió errática, su pulso se aceleró demasiado, el aire no le pasaba hacia los pulmones de manera correcta y sentía que se asfixiaba. Alec apareció junto a ella y trató de tranquilizarla.

—Respira —le decía el muchacho, tratando de que no empeorara—, le puede hacer daño al bebé.

La castaña negó con pánico.

—Quitámelo —le dijo con la voz entrecortada—, no lo quiero, no quiero terminar así.

Alec la miró durante unos segundos tratando se asimilar lo que su mujer le había dicho, pero su mente quedó en blanco cuando un fuerte olor a sangre inundó todo el pasillo. Freya sintió un líquido tibio y espeso caer por ambas piernas, bajo lentamente la mirada y vio ese líquido rojo abrir camino por sus muslos. Estaba teniendo una pérdida.

—Tranquila, no te alteres, no pasa nada, te voy a ayudar —hablaba el vampiro con voz temblorosa, tomó en brazos a la muchacha y corrió hasta su habitación.

Pateo la puerta para abrirla, la dejo sobre la cama y fue a buscar algo con lo que limpiarla, la verdad era que no sabía que hacer, jamás había pasado por una situación similar. Simplemente humedecio una toalla y luego se arrodillo a un lado de la cama, pasó la tela por las piernas de su mujer, la limpio, le cambió la ropa y se acostó junto a ella.

—Shhh, tranquila —le decía, ella recostó su cabeza sobre el duro y frío pecho de su pareja mientras que lágrimas caían de sus ojos.

—No quiero —le dijo, con la vos ahogada—, no quiero morir.

Alec paso su mano sobre la cabellera de Freya haciéndole caricias.

—Te entiendo, cariño —le dijo suavemente—, ti capisco.

Su mano abrió camino sobre su cabellera y bajo hacia su espalda donde comenzó a formar círculos, para luego comenzar a cantar.

Tesoro se non ti dispiace
ti prenderò la mano stanotte.
Potremmo semplicemente rallentare il tempo.
Lascia che ti adori.
E dal primo momento
dove guardo quegli occhi blu scuro
non riesco a ricordare la vita prima di te.
Scommetto che ero perso e solo
mi stavo solo arrendendo
al pensiero di un momento come questo.
Devo essermi perso e solo
a malapena arrendersi
all'idea che esista qualcuno come te.
Tesoro se non ti dispiace
ti prenderò la mano stanotte.
Potremmo semplicemente rallentare il tempo.

Nos leemos pronto.