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Inhala, exhala. Cae colocando todo el peso en su pie derecho, tal vez con un poco más de fuerza de la requerida pero todo bien porque se equilibra.

Kim Jongin se encontró estudiando los movimientos de Lee Taemin mientras entrecerraba sus ojos con interés y observaba desde el ultimo puesto de la fila como sus compañeros de baile realizaban un grand jeté y de regreso hacia el centro un hermoso temps de fleché, finalizando el ejercicio con una pose agraciada frente al profesor y finalmente caminando hacia el otro lado del salón de clases, acomodándose frente al espejo para realizar las ya comunes flexiones que solían hacer después de cada clase para poder relajar el cuerpo. 

Con cada compañero que pasaba parecía que cada partícula de su cuerpo empezaba a temblar, anticipando el momento para poder saltar e imitar los pasos que sus compañeros habían hecho segundos atrás.

Cómo siempre, Kim Jongin, era el último de toda la clase en realizar los ejercicios que el profesor les calificaba al final de cada lección. No es que fuera flojo, ni mucho menos estaba de ultimo por no saber realizar los movimientos; al contrario, Kim Jongin siempre fue y será calificado como uno de los mejores de su clase. Sin embargo, el realmente era el último por los nervios que empezaban a burbujear desde lo más profundo de sus entrañas. 

Eran incontrolables.

Porque cuando su corazón cayó al fondo de su estómago y este terminó revolviéndose, casi provocándole náuseas se dio cuenta que después de todos esos minutos, esperando mientras movía su pie derecho al ritmo de la hermosa melodía de piano, por fin había llegado su turno de pasar frente a todos. 

Ahora era inevitable.

Cuando sintió todas las miradas del salón sobre él, su cuerpo por mera costumbre le empezó a susurrar que por favor se retirara de la clase y se fuera a practicar en privado como siempre quería hacerlo, pero al contrario su corazón le estaba gritando que hiciera lo opuesto, que se esforzara por quedarse y realizara los pasos que a fin de cuentas no eran tan difíciles.

Jongin -después de haber librado una batalla campal en su interior que solo había durado unos segundos- terminó calificándose a si mismo como un romántico y siguiendo los gritos que su corazón estaba dando.

En cuanto sus pies se elevaron del suelo en el primer salto, los nervios que segundos atrás lo habían embargado parecieron desaparecer por completo, en cambio, un sentimiento de euforia empezó a extenderse por cada una de las minúsculas fibras de su cuerpo, con el pasar de los segundos cubriéndolo totalmente de jubilo. Jongin nunca sabia como explicar con palabras exactas lo que pasaba por su mente en esos momentos, pero al bailar se sentía libre, como si un peso se levantara de su cuerpo y su mente se transportara a un plano distinto donde solo existía él, sus sentimientos, la música y los pasos de baile.

Catarsis. 

Era como Kim Jongin mejor lo podía calificar, la mejor descripción que pudo encontrar en el buscador de internet después de pasar años tratando de darle un sentido a eso que estaba sintiendo cada vez que bailaba. 

Era casi como sin importar la manera en la que Jongin se sintiera, sin importar si aquel muchacho hubiera tenido el peor día de toda su existencia, si lo hubieran chocado, golpeado, pisoteado, no importaba nada pero solo el hecho de que al bailar todo se despegaba de su ser, y minutos después la sensación de alivio, aunque momentánea, lograba colarse en su cuerpo. 

Porque al estar bailando cualquier sentimiento de culpa, negatividad o tristeza se iba desvaneciendo, expulsándolo de su organismo mediante movimientos suaves o fuertes, según la música. Era una experiencia purificadora, incluso podía calificarla como relajante. Porque bailar lo era todo para Kim Jongin. 

C L I C H É [chankai]Where stories live. Discover now