III

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El café negro que quedaba en el fondo de la taza de porcelana a ese punto ya estaba muy lejos de estar caliente y sus dedos, que se encontraban balanceando aquella misma taza mientras reposaba sobre la mesa, se congelaban cada vez que el contenido chocaba ligeramente con las paredes de esta. Sin embargo, el frío era el menor de sus problemas en esos momentos. 

Jongin se encontraba en una de esas cafeterías refinadas y demasiado caras cerca de la academia, moviendo la taza en sus manos solo para mantenerse ocupado de alguna forma mientras pensaba si lo que acababa de hacer realmente había sido un salto en la dirección correcta. Pues había pasado exactamente una hora desde que había dejado la oficina de administración y su mente no había dejado de dar miles de vueltas, honestamente llegando a todas las conclusiones malas que podrían ser posibles en el mundo.

Ahora que la euforia de la noche anterior se había desvanecido de verdad no entendía muy bien que era lo que había pasado.

Sus profesores lo habían tratado de persuadir durante años para que hiciera la audición y pudiera entrar al Ballet Nacional de Corea. Su hermano incluso se lo había rogado hace unas dos navidades atrás cuando estaban de vacaciones en Aspen, y aún así el peli-largo se las había ingeniado para rechazar todas las propuestas posibles. 

Y ahora... Jongin en serio aún no podía creer como con tan solo escuchar las palabras de un desconocido medio borracho, y calentarse por esas mismas, bastó para tomar la decisión más importante que tal vez haya tomado en toda su vida entera.

Todavía no lo podía creer, sin embargo en cuanto recordó el rostro de Park Chanyeol sonriendo con burla esa flama que se había encendido en su pecho la noche anterior pareció moverse. No obstante, el movimiento era poco, porque el pánico estaba empezando a ser mucho mas grande que cualquier otra emoción que pudiera estar sintiendo. 

A esa hora de la mañana ya no estaba tan seguro sobre todo aquello, y la duda sobre si de verdad había tomado la mejor decisión estaba empezando a ser cada vez mucho más grande.

Después de unos minutos más, pensando más de lo que debería, llegó a la conclusión de que no estaba hecho para ello. Simplemente porque si en vez de estar totalmente seguro y feliz, ahora se lo estaba replanteando todo de esa manera, aquello realmente no era para él. 

También cayó en cuenta que desde hace tres años atrás no había hecho ni una sola presentación en público -aparte de sus propios compañeros y profesores- y ahora tenía menos de dos meses para poder prepararse y presentarse no solo frente a los jurados más calificados de todo el país, sino también frente a una audiencia.

En menos de dos meses. 

A Jongin de nuevo se le revolvió el estómago y le entraron las ganas de vomitar, antes las había calmado con el café pero ahora solo quería salir corriendo de ahí. Desesperadamente buscó su celular y vio la hora brillando en la pantalla de bloqueo, faltaban menos de 10 minutos para que dieran las 8 de la mañana y sabía que las aplicaciones las terminarían de enviar ese mismo día en la tarde. Pensó en caminar de nuevo a la oficina y disculparse con todas las secretarias por la insensatez que había cometido, pensó incluso sobornarlas si llegaba a ser necesario, pero de verdad tenía que retraer su aplicación ya mismo.

Jongin se despidió de los empleados y salió por la puerta principal, decidido a caminar hacia la academia cuando de pronto el tono de su celular lo detuvo en seco.

Pues ese tono lo podría reconocer incluso si llegaba a perder el sentido de la audición.

En cuanto le dio un vistazo a la pantalla de su reloj inteligente confirmó que además de estar temblando, su hermano mayor también lo estaba llamando. Justo antes de que el tono muriera en un mensaje de buzón de voz, Jongin aceptó la llamada, pues sabía que Junmyeon no iba a dejar de llamarlo hasta obtener una respuesta.

C L I C H É [chankai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora