𝐓𝐨𝐧𝐲 𝐏𝐚𝐬𝐭𝐮𝐥𝐚

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Todas las noches eran iguales, casi era su rutina de no ser por lo mal que lo ponía esas pesadillas

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Todas las noches eran iguales, casi era su rutina de no ser por lo mal que lo ponía esas pesadillas.

Yacían dos años desde aquel día donde los habían encontrado, no había persona que no supiera de los tres aviadores perdidos en medio del mar abierto, y al fin podía dormir en su cama... contigo.

El año siguiente al encuentro, habían decidido casarse y vivir en una pequeña granja a las afueras de la cuidas, Tony no había vuelto a volar y había conseguido un trabajo decente en el centro de la ciudad mientras tu te la pasabas en casa esperando a su llegada como todos los días.

Todo era particularmente bueno... hasta que la noche llegaba, era la misma rutina de todos los días, leer un poco, desearse buenas noches seguido de un corto beso y dormir, pero exactamente a las tres de la madrugada, Tony comenzaba a temblar y murmurar cosas, levantándote y seguido a esto levantándolo a él empapado de sudor.

Habían intentado de todo, medicina alternativa, medicamentos, infusiones, de todo y nada había funcionado en vez de disminuir había ciertos medicamentos que lo drogaban lo suficiente para no despertar hasta media tarde del día siguiente, esa no era vida, ni para él... ni para ti.

Y ese día en particular no había sido diferente... lo que había cambiado era el método para tranquilizarlo y aparentemente... funcionó.

–Mierda, mierda.–gruñó murmurando mientras pasaba ambas de sus manos por su cara.

–¿Estás bien?–preguntaste sentándote a su lado.

–Es lo de siempre cariño, vuelve a dormir.

–No me gusta verte así.–suspiraste acariciando su mejilla.

–No hay de otra.–sonrió con cansancio.–Ya pasará.

–¿Y si... intentamos algo?–preguntaste mientras mordías tu labio.

–¿Intentar que?–levantó una ceja.

–Uhm.–tarareaste mientras te sentabas en su regazo.–No lo se.–sonreíste.–¿Alguna idea en mente?–pasaste tus manos por su pecho deteniéndote en sus hombros.

–Por mi mente pasan muchas cosas en este momento.–murmuró sonriendo.

–¿Me dirás alguna?–preguntaste.

–Creo que es mejor si te la muestro.–sonrió acomodando un mechón de tu cabello detrás de la oreja y acercarte para juntar sus labios.

Colocó ambas manos en tus caderas para comenzar a frotarte sobre él, con cuidado se tomó el tiempo para bajar sus besos por tu cuello sin dejar de balancearte en su regazo.

Te desnudo con cuidado, dejando besos donde anteriormente estaba tu ropa, como siempre lo hacía con cuidado, sus besos eran esponjosos y dulces para tu piel acelerando casi de inmediato tu respiración.

No tardó en girarte por la cama dejándote bajo de él, acariciando y besando cada centímetro con cuidado, logrando que cada pequeño rincón de tu cuerpo se sintiera amado en ese preciso momento.

–Tan mojada.–murmuró dejando un beso en el centro de tu pecho mientras con una de sus manos acariciaba tu intimidad con lentitud.– Me encanta que seas ruidosa.–rió entre dientes al escuchar como tus jadeos se volvían más fuertes.

No tardó en rápidamente desvestirse a el mismo, dejándote ver lo mucho que deseaba estar contigo, acariciaste su pecho y besaste sus labios una vez que volvió a estar sobre de ti, con una mano tomó una de tus piernas pegándola a tu pecho al mismo tiempo que se deslizaba dentro de ti.

–Podría hacer esto todas las noches cariño.–murmuró dejando un beso en tu frente.

Sus movimientos eran lentos casi torturoso al principio, no dejaba de besar tu mejilla mientras se balanceaba y chocaba sus caderas con las tuyas, los gemidos de ambos eran silenciados por cortos besos que se daban el uno al otro.

Cuando de un momento a otro todo cambio.

Los giró a ambos quedando tu sobre de él, frunciste el ceño colocando tus manos en su pecho y el río mordiendo su labio.

–Vamos cariño, se que lo harás genial.–centro su mirada en cómo sus cuerpos se unían, seguiste su mirada y jadeaste al verlo centrándote en ello.

Te apoyaste mejor mientras él colocaba sus manos en tu cintura, comenzaste a balancearte sobre él mientras te ayudaba haciéndolo con fuerza, comenzaste a gemir con más fuerza logrando que sus movimientos acelerarán y tus piernas temblaran bajo de él.

–Se siente tan bien.–jadeaste dejando caer tu cabeza hacia atrás.

Ambos pasaron de estar en un momento romántico a uno realmente pornográfico en cuestión de segundos, sus cuerpos chocaban entre sí mientras él se recargaba en ambos codos y veía exactamente como tu misma lo tomabas sin su ayuda.

Regularmente dejaba su boca abierta sin despegar su mirada de ti, veía como sus cuerpos se unían, como tus pechos saltaba frente a él y como tu cara se distorsionaba cada vez que te dejabas caer encima de él.

No tardó en pasar una de sus manos desde tu abdomen hasta tus pechos masajeando lentamente y pellizcandolo provocando un gemido más sonoro y una sonrisa de su parte.

–¿Estas cerca cariño?–pregunto acariciando tu piel sensible.

Asentiste frenéticamente sin abrir los ojos hasta que sentiste como bajo su mano y comenzó a acariciar tu clítoris con fuerza.

–Tony.–jadeaste aferrándote a sus hombros.

–No dejes de moverte amor.–se enderezo pegando su pecho con el tuyo.–Lo estás haciendo perfecto.

–No puedo.–suspiraste.–Es mucho.

–¿Quieres que te ayude, cariño?–asentiste.– Todo para mi hermosa esposa.

Tomo tu cintura y comenzó a embestirte con fuerza, tus manos estaban aferradas a su cuello mientras las de el maltrataban tu piel, ambos comenzaron a jadear cada vez más fuerte en cada embestida, pudiste sentir como tus paredes se apretaban al mismo tiempo que él temblaba bajo de ti.

Ambos llegaron a su orgasmo y cayeron en la cama uno sobre el otro tratando de regular su respiración.

–Bueno... creo que ahora podré dormir mejor.–rió mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de tu oreja.–Gracias esposa.

–Es un placer ayudar.–sonreíste y juntaste tus labios con los de él.

–¿Una segunda ronda?

–Todo para que complacer a mi esposo.–sonreíste.

𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬 𝐱 𝐓.𝐅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora