Capítulo once

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Días y ratos monótonos, donde no hacían más que caminar, cada tanto, se dedicaban un mimo o un beso cerca pero a la vez alejadas de sus labios, en un juego para hacerce la difícil, en parte retando a la otra en una guerra secreta de quien lo haría...

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Días y ratos monótonos, donde no hacían más que caminar, cada tanto, se dedicaban un mimo o un beso cerca pero a la vez alejadas de sus labios, en un juego para hacerce la difícil, en parte retando a la otra en una guerra secreta de quien lo haría primero.

No encontraron nada, como siempre, no volvió a llover, pero un día vieron cómo lentamente el exterior comenzaba a llenarse de arena.

Arena, como si fuera un desierto, con el paso de las horas se formaron montañas de arena, ambas encontraron divertido pasar entre medio de ellas, escuchar la arena pasar contra el vidrio, atravesando las lomas y sentirse como en una nave impenetrable, porque ni un grano entraba a la caja.

—Si esto es un desierto, debe haber un oasis —dijo Lisa con emoción—. ¿Lo buscamos?

—Creo que esto es el oasis —respondió Kim—. Y más contigo —añadió, haciendo a la tailandesa ruborizarse.

En la noche, como siempre, se tomaron las manos, recostadas sobre el colchón del suelo, miraron la sutil luz sobre sus cabezas.

—Sabes... No lo recuerdo, pero creo que así sería dormir debajo de la luna —murmuró Lisa.

—Creo que sí —concordó con una sonrisa.

Fueron largos segundos de silencio, en los que Jennie cerró sus ojos, creyendo que la rubia estaba por dormirse también, hasta que la escuchó hablar.

—Jennie... Tú no me dejarías sola, ¿verdad?

—No, Lisa —habló la mayor, su tono fue monótono.

—N-Nini... En serio, dilo en serio.

Ella se giró, notó las lágrimas en sus ojos y su labio inferior temblar, acercó su mano libre a su mejilla, acariciandola con su pulgar.

—No te dejaré sola, nunca... Y algún día, saldremos las dos de aquí, lo prometo. Hasta entonces, estaremos juntas, no voy a dejarte.

Lisa sonrió, se acercó más a ella y se acurrucó sobre su pecho, Jennie la abrazó por sobre sus hombros, dejándola reposar sobre su pecho, con una sonrisa plantada en sus labios.

Lisa sonrió, se acercó más a ella y se acurrucó sobre su pecho, Jennie la abrazó por sobre sus hombros, dejándola reposar sobre su pecho, con una sonrisa plantada en sus labios

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Lovely | JenlisaWhere stories live. Discover now