Capítulo doce

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—¡Jennie! ¡Jennie, no! ¡Nini!

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—¡Jennie! ¡Jennie, no! ¡Nini!

El grito distante algo ahogado de Lisa fue lo que la despertó, extrañada por la ausencia del cuerpo de su compañera durmiendo sobre ella, tal como recordaba de la última vez, miró su mano para notar que ya no estaba unida a la de Lisa.

Miró alrededor con ojos muy abiertos, la arena se hundió debajo de su cuerpo, la notó sobre sus ropas negras de siempre, del primer día, de lo que recordaba.

—¡Jennie!

Escuchó golpes y miró el desierto a su alrededor, hasta que la encontró, metros lejos de ella.

La caja de cristal.

Y ella estaba afuera.

Pero Lisa no.

—Lisa... —se levantó de golpe, la chica estaba adentro, corrió hacia ella.

La vio golpear el vidrio desde adentro, de rodillas, vio sus hombros sacudirse con el llanto.

—¡Lisa! —Jennie golpeó el cristal, por dentro estaba aterrada, escuchó a la menor llorar, el vidrio apenas ahogaba un poco el sonido, a pesar de que parecía muy grueso.

—¡No me ibas a dejar! ¡Lo prometiste! —golpeó el vidrio con fuerza, y claro que nada pasó—. ¡Saliste! ¡Me dejaste! ¡Lo prometiste, Jennie, lo prometiste! —lloró, sin dejar de golpear el cristal.

—¡No me iré! ¡Yo no salí! ¡No sé qué hago aquí! —Jennie negó, posó su mano sobre el vidrio, donde, del otro lado estaba la mano de Lisa—. ¡No me iré hasta que pueda sacarte de allí!

La rubia tenía la cabeza agachada, temblaba completamente, apartó su mano del vidrio para llevarla a su pecho, abrazándose a sí misma.

—No respiro.... —murmuró, aunque Jennie la
pudo escuchar y sus ojos se abrieron con pánico.

—¡Lisa, Lisa! —se arrodilló frente a ella, golpeó el vidrio para llamar su atención, la menor la miró con expresión dolorosa, su rostro estaba empapado en lágrimas—. Mírame, sólo mírame y todo estará bien...

Un viento fuerte azotó los cabellos de Jennie, y algo de arena voló, raspando su piel al descubierta, de la nada, todo se había vuelto gris y oscuro de nuevo.

Escuchó la lluvia comenzar a caer, y miró confundida hacia arriba de la caja, una nube negra sobre esta, escuchó unos ligeros golpes y se volteó de nuevo hacia Lisa, quien seguía con problemas para respirar, pero ahora tenía el cabello mojado, los hombros y la ropa.

Jennie tardó en entender, tardó en ver.

Estaba lloviendo dentro de la caja.

Lisa miró a sus pies con miedo, el agua ya había llenado los primeros centímetros de la caja, y la lluvia caía con fuerza sobre ella.

—Lisa, Lisa... Tranquila —la llamó Jennie—. Mírame, sólo mírame.

Sus asustados ojos se encontraron con los de Jennie, que también tenían pánico en ellos.

—S-Se va a llenar.... Se va a llenar de agua —murmuró, su voz sonaba más aguda por causa del miedo.

—Lisa, mírame, no pasa nada... —intentaba calmarla con todo su esfuerzo, pero ni siquiera ella estaba calmada para que funcionara, alguien asustado no podía tranquilizar a alguien asustado—. ¿Sabes nadar?

Lisa negó, el agua había pasado sus tobillos.

—Mueve las paredes, para que no suba.

Lisa se levantó y se acercó a la otra pared, intentó avanzar, su pie terminó en el vidrio, pateó el cristal varias veces.

—¡No funciona!

Retrocedió, el agua crecía demasiado rápido, ya estaba por debajo de sus rodillas.

Sintió su pie atascarse en algo, al mirar, no había nada, pero parecía que estaba pegado al suelo, intentó despegarlo, pero se sentía clavado, se vió incapaz de mover alguno de sus pies.

—Jennie... —llamó, a la única que conocía y que creía que podía salvarla, en su interior—. No puedo moverme...

Sollozó, mientras el agua subía y subía.

Jennie miró con impotencia la caja, comenzó a llorar porque no sabía qué más hacer, en un ataque desesperado, comenzó a golpear el vidrio con toda su fuerza, con sus puños, con su cuerpo completo, hasta cansarse y sollozar con dolor, todo su cuerpo dolía, todo su ser.

—¡Jennie! ¡Jennie, para!

Entre sollozos, miró a Lisa, el agua llegaba hasta su pecho, la menor le sonrió de forma penosa y negó.

—Ya... No, no te esfuerces, te haces daño —murmuró—. Gracias, por todo.

Jennie negó.

—No voy a dejarte, no voy a dejar esto así.... Voy a sacarte de aquí, Lisa, yo debo...

—No se puede romper —negó, el agua llegaba a sus hombros—. Vete, déjame... No me veas.

—No lo haré.

—Jennie —sorbio su nariz—. No quiero que veas... No te hará bien... Huye.

—¡No voy a dejarte! —lloró—. Lisa, no... —sus piernas temblaron, apoyó sus manos en el vidrio, la caja ahora parecía una pecera gigante.

—Te amo, Jennie —dijo, cuando el agua estaba a la altura de su cuello—. Con todo mi corazón, te amo, no lo olvides...

Jennie apoyó la frente en el vidrio, el llanto no la
dejó responder, cerró sus ojos con fuerza, sus manos en puños para aguantar la furia, escuchó el agua agitarse, escuchó a Lisa luchar por última vez, hasta que todo quedó en silencio de nuevo, y hasta la lluvia se detuvo.

Jennie apoyó la frente en el vidrio, el llanto no ladejó responder, cerró sus ojos con fuerza, sus manos en puños para aguantar la furia, escuchó el agua agitarse, escuchó a Lisa luchar por última vez, hasta que todo quedó en silencio de nuevo, y ...

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Lovely | JenlisaWhere stories live. Discover now