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Vieron la arena volar a los pocos días de aquel evento, y Jennie se distrajo de la arena que volaba como en una tormenta cuando Lisa gateó hasta ella, escondió el rostro en su pecho y abrazó su cintura, la mayor bajó la vista hacia ella y dejó caricias en su espalda y cabello.
—¿Con qué vendrán está vez... ? —murmuró, su voz sonó ahogada, tembló ligeramente.
—Lisa... No dejaré que te pase nada, lo prometo.
—Tú puedes prometer muchas cosas... Pero si quiere él te saca de aquí y me deja morir, como ya lo ha echo...
Kim mordió su labio inferior, sintiéndose impotente.
—Lo siento... —dijo—. Esto no debería ser así, Lisa... No me gusta estar así, no me gusta verte así.
—En serio tengo miedo —estaba a punto de comenzar a llorar.
—Lisa... —tomó una de sus mejillas, alzando su rostro, para mirar sus ojos directamente—. L-Lo siento, pero no puedo luchar contra eso.
—Sólo necesito tu compañía, Nini... En serio... La verdad no he podido contar las veces que me has salvado... No sé si podré devolverte el favor tantas veces, pero debes saber que dejaría mi vida por ti —imitó su gesto y tomó las pálidas mejillas de Jennie entre sus manos—. Porque te amo... Y entre todas estas cosas de mierda, eres lo mejor que podría haberme pasado.
—Lo que dices es en serio hermoso, pero... ¿A qué viene todo esto?
—A que... En serio no sé qué pasará mañana y temo no poder decírtelo... —su labio inferior tembló, sus ojos estaban brillando en lágrimas—. Estoy aterrada...
—Lisa, yo... Quiero cuidarte más de lo que me cuidaría a mi misma, y voy a protegerte de todo, lo que más pueda, todo... Porque también te amo.
La rubia sonrió, se acercó a sus labios y la besó con una sonrisa, mientras, en el exterior, la tormenta de arena se llevaba todo, dejando la nada vacía y gris de siempre.
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