Tras casi 16 años de estar dormida, Hannia Mikaelson despierta con el deseo de resolver las cosas que dejó inconclusas. Sin embargo, enfrenta nuevos problemas debido a su prolongada ausencia. Para superar estos desafíos, necesitará ayuda de sus fami...
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Cuando Madison cerró la puerta del sótano y se disponía a salir, notó a Alejandra absorta en su teléfono.
—¿Sabes qué, Alejandra? Serías de mucha ayuda si dejaras tu celular por un segundo y nos ayudaras a bajar los demás ataúdes.
Ekaterina entró al lugar, tomando un sorbo de sangre de su recipiente.
—No vamos a bajar los demás ataúdes —respondió Alejandra, sin apartar la mirada de su teléfono.
—Lo que estás pensando es muy arriesgado —comentó Ekaterina con seriedad.
—¿Qué es lo que tienes en mente? —preguntó Madison.
—Voy a devolverle los ataúdes a Klaus —declaró Alejandra, dejando de mirar su celular para enfocarse en Madison con seriedad.
—¿De verdad estás hablando en serio? ¿Ese es tu plan? —cuestionó Madison incrédula—. ¿Quieres devolverle los ataúdes a Klaus después de habérselos robado?
—No le devolveremos todos los ataúdes. Nos quedaremos con ese —dijo la pelinegra, mirando hacia el sótano.
—¿Por qué? —preguntó Madison.
—Hay alguien importante ahí —respondió Ekaterina.
—¿Quién?
—Ni idea —se encoge de hombros la pelirroja—. Pero el hecho de que sea el único sellado significa que, sea quien sea que esté dentro, Klaus no quiere que ese ataúd se abra.
—Lo cual nos da una ventaja —añadió Alejandra, poniéndose de pie.
—En cuanto te vea, querrá matarte. No olvides que acabamos de matar a su hermana. Además, ¿cómo estás tan segura de que la persona en ese ataúd nos ayudará? —cuestionó Madison.
—Mi hermano lo dijo. Dijo que lo que está ahí dentro quiere matar a Klaus.
—Eso fue un sueño —intervino la castaña—. Además, no dijiste que él le diría lo contrario a tu hermana para que aceptara abrir el ataúd. ¿Y si a ti te dijo lo contrario y a ella la verdad?
—Hay que correr el riesgo —insistió Alejandra.
Madison no estaba completamente convencida de que el plan de Alejandra funcionara, pero como ella misma había dicho: "Hay que correr el riesgo."
—Entonces, ¿qué haremos? —preguntó Ekaterina.
Alejandra les explicó su plan hasta ahora: simplemente entregarían los ataúdes, pero harían que alguien más se los entregara a Klaus.
—Aún siento que le falta algo a tu plan, Alejandra —comentó Ekaterina con cierta indecisión, frunciendo el ceño mientras jugueteaba con un mechón de cabello.
—¿Cómo qué? —preguntó Alejandra.
—Protección —respondió Ekaterina, cruzando los brazos sobre el pecho.
