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Capítulo 10.
El sonido de un disparo corto el grito de Izana, salpicando su rostro de un líquido rojo salido del pecho de Kakucho. Este se calló al suelo, y yo solo podía quedarme ahí mirando, inmóvil, en shock.
—Las personas que estorban solo tienen que ser eliminadas del camino. —gire mi cabeza para ver a Kisaki sosteniendo la pistola con la que disparó a Kakucho. —Lo único que quería hacer era usar a Izana, pero.. Kakucho, tu, estorbabas en mis planes. Ahora, paga las consecuencias.
—¡¡¡GAAAAAAH!!! —Kakucho se reincorporo y corrió a donde Kisaki. Otros tres disparos de escucharon y de la confusión, tapé mis oídos.
—¿¡¡IZANA!!? —esa palabra fue la que me hizo recobrar el sentido de mi misma. Destape mis oídos y observé. Izana y Kakucho yacían en el suelo, y líquido rojo teñía el frío suelo en el que se habían tumbado.
—¡¡NOOO!! —mi grito detuvo cualquier conversación y llamó la atención de todos en el lugar. Mis piernas temblaban, sin embargo, corrí hacia ellos como si fuera un bebé que acaba de aprender a andar y me arrodille al lado de Izana. —No, no, no, no, no.. N-no os podéis ir. —las lágrimas ya rodaban por mis mejillas como ríos saliendo de montañas.
—Bastardo- ¿¡Qué mierda hiciste!? —la voz de Kakucho hizo que saliera de mis pensamientos de nuevo y ahí me di cuenta de que el también estaba grave.
—Mi cuerpo se movió solo. —Izana escupió algo de sangre mientras mis lágrimas caían al lado de su rostro. —Fuisteis unos siervos muy útiles. —sonrio en una sonrisa sincera con los ojos cerrados. Volvió a abrir sus ojos y los desvió a Mikey, quién estaba detrás de mí. —Mikey, hay algo que quiero decirte.. —un breve silencio se hizo presente. —Tenjiku ha pedido.
—Izana, eso ya lo he dicho yo, ya no tenías que repetirlo.
—¿Que tanto balbuceas..? Realmente no lo entiendo... —la respiración de Izana se volvía cada vez más pesada, pronto llegaría a su fin.
—¡¡Izana!! ¡¡Por favor, deja de hablar y concéntrate en seguir respirando!! ¡¡Por favor!! —mi voz temblaba mientras que el sonreía.
—Los tres teníamos una era que crear.. —suspiro. —Para mi... Erais vosotros dos.. —volvio a sonreír amablemente.
El murmullo de la gente y alguien llamando a una ambulancia alertaba que solo teníamos ocho minutos para terminar en este lugar.
—Mikey... Tu dijiste que querías salvarme...
—Si eres mi hermano, claro que lo haré. Ahora deja de hablar Izana..
—Un día de casualidad.. me encontré con mi madre, quién me abandonó...
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