| Recuerdos |

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Capítulo 11

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Capítulo 11.

—Si seguimos estás gráficas podemos observar que una colaboración por ambas empresas podrían derivar en el éxito empresarial y hacernos ganar mucho dinero. —el hombre de unos treinta y muchos años terminó de hablar, esperando una respuesta de mi parte. Yo solo lo mire a los ojos y llegué a una conclusión.

—Claro. ¿Por qué no? —me levanté de mi sitio y caminé hacia el señor. —Estrechemos las manos para finalizar el contrato. —estreche manos con el señor, su mano estaba algo sudada, cosa que me dio asco, pero no lo demostré, solo sonreí falsamente.

Veinticinco de febrero, la fecha más esperada por alguien que iba a cumplir dieciocho años, Nirigana Tsumugi. Al cumplir los dieciocho años, ya me hacía responsable del 100% de la empresa de mis padres. También me hacía responsable de cualquier acto de delincuencia así que decidí no hacer movimientos de ningún tipo para no saltar a sospecha por la policía. Salí de la oficina y me dirigí a la cafetería, cogí un café y lo bebí, sabía amargo pero termine de tomarlo, realmente prefería más el té, pero no había ninguno. Mire por la ventana y observé una pareja agarrados de la mano, me enfureció hasta el punto de hacer añicos el vaso de papel del café, lo tiré a la basura y me dirigí a mi oficina para seguir firmando contratos y hacer cosas de empresarios.

Ha pasado una semana desde la muerte de Izana, supuestamente hoy tendría que venir Kakucho a la casa, pero eran las cuatro de la madrugada y aún no llegaba, pasaban los minutos y seguía esperando como lerda

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Ha pasado una semana desde la muerte de Izana, supuestamente hoy tendría que venir Kakucho a la casa, pero eran las cuatro de la madrugada y aún no llegaba, pasaban los minutos y seguía esperando como lerda. Fuera hacia un frío de muerte, los copos de nieve caían y el viento hacia sonar una campanilla en la ventana.

Al cabo de unos minutos me quedé completamente dormida. No había dormido bien desde la muerte de Izana, y ahora no era excepción. Tenía pesadillas recordando sus últimas palabras, "Tus manos son muy cálidas". No pude hacer nada más que ver como su cuerpo se enfriaba cada vez más, después el sueño agravaba más la situación, haciendo ver a mis padres con él y sus cuerpos desintegrándose mientras decían palabras hirientes. Sabía que no querían decir eso, pero igualmente dolía, demasiado.

—¿Estás más delgada? —mis ojos se abrieron para ver a Kakucho con el brazo vendado y vendas aguantándolo desde su cuello. —¿Has comido algo estos días?

Tenjiku's Queen - Izana KurokawaWhere stories live. Discover now