Capítulo 21. Oh, pesadillas

3K 242 675
                                    

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene escenas sexuales-homosexuales explícitas. En caso de ser susceptible a este tipo de contenido, puedes omitirlo: cuando veas los signos ** solo baja hasta volver a encontrar la misma señal y retoma tu lectura. Es preciso aclarar que no es necesario leer el smut si no quieres, pero sí tener presente que sucedió, por la importancia que dicha situación implica para el desarrollo de la trama.

Notas importantes al final del capítulo. Por favor, leélas, hay varias sorpresas para ti.

Disfruten su lectura.

.-.

Tres semanas y media es lo que tarda el reencuentro. Un mensajero apareció un par de días antes en la cueva de Settrigh para entregar un anuncio de alta prioridad:

—Por circunstancias geográficas, el Arma de los Adeptos solicita ocupar espacio en su morada y traer encargos de la expedición. La caravana llegará en dos noches.

Dos noches. Aphelios llegaría en dos noches, e iría directo a su hogar. En solo dos noches. Sett hasta tuvo ganas de bailar conga con el apático mensajero.

¡Finalmente! Los días han pasado lentos y aburridos en solitario. Se mantuvo atareado con la excavación, mas su rutina diaria se compone con la presencia de un Chico Luna rondando cada tanto por ahí; es normal anhelarlo de vuelta tras un mes de ausencia. Y aunque admitirlo le evocó muchas situaciones y auto-conversaciones extrañas (en cuyos detalles no va a ahondar), saber del regreso de su camarada entonces en serio significó un subidón en su estado anímico.

O al menos, en su momento lo fue. Hey, que no es que no esté feliz, ahora de verdad le alegra volver a ver a Phel...

Pero esperaba verlo a él, y solo a él. Así que esa mañana, cuando sale de la cueva con una sonrisa de tonto dibujada en el rostro y una cantarina bienvenida en la punta de la lengua, se detiene de golpe al evaluar que: no, no viene solo. Y entre la sorpresa, su nuevo saludo es básicamente: —¿Quién invitó a esa bruja a mi casa? —mientras señala con reticencias de indignación a la mujer de adelante.

La fémina boquea, ofendidísima.

—Settrigh, ayuda a la lazarillo Tsunai a bajar las cajas —ordena el Arma de los Adeptos, cortando la venidera disputa—. Iré con la mensajera adentro para redactar una carta.

El vastaya tuerce la boca con la mención de ese feo nombre. Tsunai es la del mercado; con la que se coqueteó y luego se amenazó; recuerda esa cara de abstinencia.

Saluda a la única que no le está rostizando con la mirada. —Hola Mora.

—¡Soy Morr!

Le pasa por ilusionarse, se reprocha poco más tarde, oyendo al Chico Luna charlar animadamente adentro mientras él está ahí afuera muriéndose de la envidia de Morl, porque Sett de compañía solo tiene los ojos escrutadores de la lazarillo Tusula apuñalándole por la nuca cada vez que se voltea para apilar las cajas de carga.

Incluso cuando terminan y se sientan, percibe el aura asesina emanar de la mujer a niveles exorbitantemente irritantes. —Qué quieres.

—Muy suertudo te crees, aprendiz —escupe la fémina, desahogándose—. Cuando la única razón por la que apartamos el tema es porque hemos llegado a un acuerdo con la señorita Yuma.

¿Señorita Yuma? Preguntaría el joniano, pero el Protector y la Mensajera salen de la caverna, silenciándoles. Se acercan, y el Arma de los Adeptos se inclina levemente ante los tres. —Ya está hecho. Gracias por ayudarme. Esperaré las órdenes de los Superiores.

Noctum y Dyrium (Settphel)Where stories live. Discover now