Capítulo 5. Sobrevivir

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Hay un hombre a diez metros de donde está él. De espaldas, con un traje azul y los brazos cruzados hacia atrás, admirando noctums en la orilla del riachuelo. Aphelios lo contempla; "¿quién eres?", quiere preguntar, pero la voz no le sale. Solo pueden apreciar las flores en esa panorámica del anochecer, tan apacible y sereno.

Alune reza por ese instante en algún lugar.

-.-

—Chico Luna...

Con un incesante ruido y la voz del vastaya, Aphelios abre los ojos somnolientamente, solo para notar al hombre bestia encima...

De hecho, literalmente encima.

—Quería avis-... ¿¡Qué haces!?

Phel despierta en un segundo. De manera automática da un rodillazo a la boca del estómago del mayor empujándolo hacia arriba, fuera de sí; luego se desliza con rapidez hasta la pared y adopta una posición defensiva. Settrigh le mira entre la ira y la confusión, y mentiría si no dijese que está un poco avergonzado de sus reflejos. —No... hagas eso.

—¡Por Dios! —le exclama Sett—. ¡Tú no hagas eso! ¡La próxima vez voy a golpearte! Quería avisarte que llegó alguien a buscarte. La chica que vimos cuando fuimos por primera vez a la ciudad... amiga de tu amigo mudo.

—¿La mensajera?

—Grosero —replica por su falta de disculpas—. Sí, lo que sea. Y dijo algo extraño —intenta rememorar el joniano, sentándose frente al lunari con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas—. ¿Ceremonia primaveral...? De un tal Kraram. ¿O Krialaham?

—Oh —suspira en respuesta. El sacerdote Kraraham y su maestro Seu-hko ya habían calculado la noche de luna llena para la ceremonia de Iluminación. Debería ir a buscar la fecha exacta y hablar con Alune para prepararse—. Yo me encargaré. Iré al anochecer.

—Sí, si es que para de llover.

—¿Llover? —cuestiona el lunari, y mira hacia la salida. Es cierto, junto con la imagen recién ahora se percata del sonido de la lluvia y los ligeros truenos ambientadores. A pesar de que es de día, la tormenta hace de este un poco más lúgubre y oscuro.

—Supongo que hoy no saldremos —Sett añade, frotando su nuca—. Hace ya unas horas está así, cada vez va empeorando.

—Ya veo...

Quedan en un plácido silencio, oyendo el chaparrón caer con brusquedad. Settrigh otea a Aphelios por un rato aunque no haya contacto visual directo, y la siguiente petición es lo que conecta sus miradas. —Pelea contra mí —ahora, el silencio sí es incómodo. Phel lo observa como si se hubiera vuelto loco. Este le dedica una sonrisa socarrona—. ¿O tienes miedo de perder, Chico Luna?

—Valiente, sabiendo que te gané hace una semana.

—Quiero la revancha —responde, riendo por lo bajo. El targoniano lo examina, como si buscase que se retractase; realmente, una parte de él también anhela ese combate. Ver qué tan peligroso podía ser esa bestia de la que le advirtieron... qué tan amenazante eran los vastayas, pero de Jonia. No obstante, no lo dirá en voz alta.

—Aún puedes arrepentirte.

—Nunca escapé de una pelea, ¿recuerdas? —Sett se mofa, cuando este se levanta a por su mochila comprende que es una recíproca aceptación. Settrigh se coloca sus armas de puños*, hacía unos días no las usaba por la casi molesta calma que reinaba en la montaña. Se sentía bien traerlas devuelta. —¿Sabes cómo dar un puñetazo, verdad? Porque no tengo tiempo para darte lecciones.

Noctum y Dyrium (Settphel)Where stories live. Discover now