Capítulo 5

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Tres 

Tomo aire cuando son más de diez, los pares de ojos que se encuentran observándome desde la mesa rectangular de madera que tiene el ministro en su oficina.

Observando desde el inicio de esta como el resto de los capitanes, junto con el coronel y ministro, mantienen entre sus manos el portafolio con la información sobre el hombre privado de su libertad en Londres.

Persona el cual, se encuentra siendo torturado por parte de tal central, sin tener acceso al derecho de exigir. Ya que sus delitos no son tolerados por parte de la organización tras haber llevado a cabo tal asquerosidad.

—La escuchamos capitana Boyer.

Habla el ministro al otro lado de la mesa con ambos guardaespaldas detrás de él, antes de llevar ambas manos a su rostro, donde se encarga de quitarse los lentes oscuros de sol y posarlos sobre la mesa oscura.

Causando que tal acción me haga tragar grueso, jamás me había prestado tanta atención como ahora. Por lo cual me las arreglo para sonar lo más clara posible y no tartamudear en el momento.

—Jaime González, graduado de la universidad de Harvard con honores en la carrera de derecho. Padres habitando a las afueras de Canadá, una abuela que falleció hace cinco años por cáncer. No tiene Hermanos, para sus padres fue un milagro que la madre pudiera quedar embarazada, por lo cual no siguieron intentando luego del parto.

Las personas en la sala se mantienen en silencio cuando el ministro aún no tiene planes de decir ni una sola palabra, por lo cual tomo como indirecta que quiere saber más.

—Ingresó a la universidad por una beca, en su momento, los padres no se encontraban estables económicamente, así que debió esforzarse el doble para poder ingresar. Dando como resultado, que meses después esta le fuera arrebatada por su mal comportamiento, baja calificación y posesión de drogas en el campus.

—Esta bien.

—Lo interesante fue, que tres meses después de lo sucedido, regresara a las oficinas de la universidad con un cheque de cuatrocientos mil dólares firmado por parte de un casino en Londres.

Es ahora, cuando las personas en la sala reaccionan y voltean a ver al ministro, quien se pasa la mano izquierda por la nuca mientras procesa todo lo que le estoy diciendo.

—Aún falta. A diferencia de la vez anterior, en esta logró mejorar sus notas y terminar la carrera. Llevando que luego de dos años consiga trabajo en un casino en Estados Unidos como gerente general, dónde se encargaba de revisar los currículum de las personas que trabajarían para él, y el resto de los negocios que tienen los Velardi.

Me permito posar las manos sobre la mesa para llamar la atención de las personas que habían perdido la noción del tiempo.

—Esta gente sabe mover sus fichas, jamás han sido vistos por ninguna organización, no suelen hacer encuentros a simple vista como otras personas. Tienen títeres que se hacen cargo de las cosas por ellos—tomo una respiración profunda—Es lo que han logrado estos últimos años, aumentar su poder. Y créanme que si no hacemos algo ahora, en poco tiempo nos tendrán trabajando para ellos.

Termino de hablar disgustada para luego observar al ministro, quien se encuentra pensativo a lo lejos con ambas manos reposando sobre su mentón.

Esto no va bien, la cosa se está tornando difícil, y todos sabemos que las cosas que empiezan mal, terminan peor. Por lo cual me encuentro un poco insegura tras no tener algún dato que pueda ayudarnos.

—Coronel—habla el ministro luego de unos segundos—, pida una orden para poder entrevistar al Señor González en Londres.

—Señor, perdóneme por contradecirlo pero, no creo que la central de Londres ceda ante tal pedido. Están pasando por la etapa de tortura, y no les beneficia que el acusado reciba visitas.

Evil Force [En Actualización]Where stories live. Discover now