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Odiaba los viernes por la noche.

Los viernes por la noche le hacían recordar que esos días, eran días de su madre y él.

Ahora ella viajaba y no podía quedarse en esa casa más de dos días.

Cuando cumplió doce años, dejó de quejarse, solo asimiló que sería así siempre y que por lo menos, tenía a sus amigos de apoyo en todo momento.

Pero en ese momento, Chan sin contestar mensajes, Felix en casa de su abuela y Seungmin encerrado viendo la última temporada de una serie de drogadictos, lo dejaba tirado en su casa, aburrido.

No le gustaba salir solo, si no iría a alguna fiesta. Decidió llamar a Hyunjin, quien no dió muestras de estar vivo luego de la escuela.

Al tercer tono, contestaron.

—¿Sí?— su voz parecía algo adormilada.

—¿Qué haces?— preguntó Jisung. No le molestaba haber despertado a su amigo, sabía que a el otro no le molestaba.

—Bueno... Dormía. La clase de baile me dejó muerto.— se escuchó algo ahogada su voz, por lo que creía que seguía con la cabeza sobre la almohada.— ¿Para que me molestabas de todas formas?

—¿No es obvio? Me aburro.

—No soy ningún payaso de circo para entretenerte. Consiguete amigos o un novio, no sé.— Hwang bostezó a través de la bocina de su celular y Jisung se quejó.

—¡Tú eres mi amigo! Ven a casa y quédate a dormir.— suplicó Jisung con un puchero, aún sabiendo que el otro no lo veía.

—Ugh, te odio.— se escucharon sonidos de movimiento y Han festejó con aplausos.

Al despertar porque su celular no dejaba de sonar, suspiró

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Al despertar porque su celular no dejaba de sonar, suspiró.

—¿Por qué yo?— preguntó al aire.

Su cabeza dolía, parecía que en cualquier momento le iba a explotar y si lo hacía, él estaría tan agradecido.

—¿Qué? ¿Por qué me molestas tan temprano?— preguntó de mala gana, una vez que tomó la llamada.

—¡Buenos días mariposita!— debió alejar el celular de su oreja o le comenzaría a sangrar.— Es sábado y son las once de la mañana, no es temprano.— le regañó Seo. Comenzaba a impacientarse, ¿Qué quería?

—¿Y? Si vas a molestarme, no me llames hasta dentro de tres años. Adiós.— y colgó la llamada.

Su celular volvió a sonar así que volvió a tomar la llamada.

—Seo te dije que no me moleste...

—¡Minho, levanta el culo de tu cama en este instante! ¡Te quiero bañadito y bien vestido en media hora! Si llegas tarde al encuentro con nuestros nuevos amigos, te patearé, no importa que seas mayor.— regañó ahora Yang.

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