L: Extra I.

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Toda esta situación tenía los cabellos castaños de punta. Él realmente lo amaba, pero no aguantaba más esta situación, era tortura pura e inseguridad diaria.

Así que ahí se encontraba, una vez más, haciendo sus maletas, llenándola con sus ropas más preciadas y usadas y algunos zapatos, luego se encargaría de buscar lo que le faltara.

Se sentía como un déjà vu, como meses atrás cuando escapó de aquella enorme construcción de la cual no era dueño siquiera. Luego se sintió terriblemente desagradecido.

Igual que en esos momentos.

Suspiró, cerrando la maleta y llevándola escalera abajo. Todo estaría bien, intentaba convencerse.

Había sacado su boleto de tren un día atrás. Pero sus pensamientos sobre aquello venían desde que el año comenzó. Algo así como... ¿Ocho meses?

Dios santo, ¿Por qué Minho había aguantado tanto sufrimiento en esos meses? Ni siquiera él mismo lo sabía, pero quería reparar el tiempo perdido. Así que salió de la casa, en su hombro colgaba su maleta y en su mano la caja para transportar a Dori, quien yacía dormido a causa de las pastillas para que no hiciera escándalo en el viaje.

Sonrió al observar al menor frente a él, lo esperaba sentado en el capó de su auto jugando con su celular.

—¿Me extrañaste?— Preguntó Lee, al mismo tiempo que el chico se sobresaltaba y corría hasta él, buscando un abrazo.— Oye, yo también te amo, pero estoy cargado.— Reprochó, pero dejó que Jeongin estuviera así unos minutos más.

—Honnie, quisiera decir que estás más alto pero solo has crecido en edad al parecer.— Se burló, tomando la maleta y metiéndola en la parte trasera del auto.

—Mocoso maleducado, que no se te olvide que tienes una pareja de casi treinta años.— Se burló el mayor, consiguiendo ojos en blanco de parte del más alto.

—¡Minho! No es así... Mi amorcito es muy joven.— Yang le retó, subiendo en su auto, dejando que Lee riera y subiera de copiloto. — Hasta es más joven que tú.

—Ya, ya, no hace falta que defiendas su honor, no me caen mal las personas mayores.— Dijo antes de recibir un manotazo por parte del chico, para luego arrancar el auto.

Vio por última vez aquella casa, aquella donde había reído, bailado y amado más que nunca. Donde encontró un hogar y una persona a quien depositar cada gota de confianza y cariño.

Suspiró con un deje de tristeza. Iba a extrañar todo dentro de esa casa. Pero esto era lo mejor. No iba a soportarlo más.

—¿Le extrañaras?— Yang preguntó. Carraspeó enseguida.— A la casa, me refiero.— Aclaró, mientras doblaba a su derecha al final de la calle, dejándole sin la vista de la que fue su hogar, de la casa de Han.

—Sí. Pero donde voy todo estará mejor.— Respondió con tono neutro, aunque dentro quería echarse a llorar.

—¿Has conseguido trabajo allá?

Minho pensó en su respuesta. Bueno... ¿Técnicamente? Su profesora de baile le había hecho un lugar en un instituto para niños menores, donde había una vacante para maestro.

"También podrás estudiar en tus momentos libres, Honnie. La dueña del lugar es mi amiga y estaría encantada de tenerte." Y no necesitó más para finalmente decidir su partida.

—Lo hice. Como dije, todo estará mejor.— Respondió, observando la pequeña mueca de tristeza de su amigo.

Jeongin iba a extrañarlo demasiado. Su menor era muy apegado a él y a Changbin, y ahora que ninguno estaría, él quedaría solo. Bueno, no, no tan solo. Tenía a sus otros amigos y a su pareja. Todo estaría bien, pero no sería lo mismo.

OodalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora