Capítulo 6

174 46 12
                                    

La curiosidad mató al gato, ¿no?

Una suave pero calurosa brisa golpeaba mi rostro constantemente, me sentía un tanto sofocada y abrumada. Latidos desbocados salen de mi pecho, y ni hablar de los constantes jadeos por el cansancio, puedo jurar que escucho los gritos desesperados de mi cuerpo pidiéndome parar. En momentos como estos desearía estar enferma y con 9 notas médicas que me respalden.

—¡Vamos, Wagner! —exclamó una voz a mis espaldas—. ¡Intenta ir como los demás! —exigió por cuarta vez en menos de una hora.

Ante ese llamado, intenté aumentar un poco más el paso, pero se me hacía imposible por el calor, el dolor de cabeza y la pesadez de mi cuerpo, por lo cual, no pude evitar dedicarle una pequeña mirada de molestia al profesor de educación física.

El lunes pasado no me había tocado pasar por esto, la razón fue porque el profesor no había podido asistir ese día, debido a eso le llamaron la atención. Ahora pretende pagar toda su frustración con nosotros, otorgando un trote consecutivo por el campus, el cual es muy grande y queda bajo el sol abrazador de Jacksonville.

De la nada, un pinchazo se hizo presente por la parte derecha de mi torso, el dolor fue algo fuerte, así que tuve que detenerme. Sabía que el profesor me podría reñir por esto, pero no me importó.

—¡Wagner! —gritó acercándose a mí. Yo me giré hacia él con semblante fastidiado—. Quiero que sigas trotando. —señaló la pista de trote mientras tenía su otra mano en su cintura. Su postura era intimidante, además de que se veía molesto.

—Necesito descansar —digo entre jadeos mientras mi mano aún se encontraba en el costado de mi torso—. ¿Podría darme unos minutos? —pregunté casi suplicante. El hombre parecía que no doblegaría. Traté de incorporarme un poco.

—Profesor, no le exija tanto, ella no está acostumbrada a este tipo de ambiente. —Interviene la voz chillona de Annie. El hombre la mira con desinterés.

—¿En Alemania no había educación física? —pregunta a mi dirección con sarcasmo.

—Sí había, pero hacíamos en un gimnasio encerrado con temperatura agradable —respondí, segura—, usted, por otro lado, nos hace correr en un campus al aire libre, con un sol de los mil demonios y ni hablar de la brisa que hace, parece aliento de perro sediento. —agregué con mi ceño levemente fruncido. El profesor me vio con sorpresa ante mis palabras, pero mantuvo su postura.

—No quiere lidiar con una estudiante desmayada ¿o si? —volvió a hablar Annie acercándose más a mí, la chica formó una sonrisa enorme en su rostro mientras su brazo me rodeaba por mis hombros. El hombre frente a nosotras frunció el ceño hasta que soltó un suspiro cansado.

—¡Chicos, es hora de un descanso! —informa, viendo hacia los demás. Por último, devuelve su vista hacia mí—. Se lo dejaré pasar esta vez, pero tiene que acostumbrarse. —Suelta sin tapujos. Luego se voltea y se aleja.

Al estar sola, dejé escapar un suspiro cansado y no contuve más mi notable sufrimiento. Llevé una de mis manos hasta mi cabeza para intentar disminuir las pequeñas punzadas que sentía, eran como una docena de cuchillos pinchando cada parte.

—Es un idiota. —comenta Annie a un lado de mí.

—¿Desde cuándo te has vuelto tan grosera? —pregunté, divertida. La chica me dedicó una carcajada.

—Cherry, sé decir malas palabras, solo que no tiendo hacerlo muy seguido —explica entre risas—. ¿Quieres agua? —apuntó hacia un termo rojo que hay cerca, yo asentí. Ella comenzó a caminar hacia él y yo la seguí.

Un destino junto a ti (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora