Capítulo XII: Marina

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Marina no quería escuchar las disculpas de Cecily

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Marina no quería escuchar las disculpas de Cecily. Había estado preocupada por ella, no podía evitarlo. Pero al verla de pie frente a ella, en la cocina rogando por su perdón la ira y la frustración aparecieron de nuevo.

—No necesito tus disculpas, necesito que dejes de retrasar este viaje. En cuanto lleguemos a la frontera Axel podrá sacar esta cosa que pusiste en mí, entonces, tal vez solo en ese momento pueda disculparte. Si logro mantenerme con vida.

No fue amable. No intentó serlo, sólo le pidió que se alejara de ella.

Para Marina era difícil olvidar todas las cosas que vivió con Axel, aunque se estuviese esforzando por hacerlo. Con Cecily, era más fácil.  La chica no era más que una  niña a la que vio unos minutos antes de que intentase matarla, no fue su intensión y le generaba pesar con solo verla. Pero era más fácil odiarla a ella. No tenían historia, cuando lo peor ocurriera solo dejarían atrás una conversación.

El siguiente bus hacia la Garita 19 sólo llevaba algunos voluntarios para ayudar con el traslado de las personas rezagadas, con algo de la labia de Mich convencieron a los organizadores para que los dejaran ir con ellos. Una noche más y Marina estaría más cerca de liberarse del poder ancestral.

Axel se escapó cuando la noche cayó para ir a los hornos, habría una pila de cadáveres con los que podría desahogar un poco del fuego de Cecily. Un poco era mejor que nada, sería suficiente para quitar el peso que llevaba Marina.

Mich sugirió que todos descansaran un poco, el autobús saldría a las seis de la mañana. Tendrían que levantarse temprano. Marina no fue capaz de dormir junto a Cecily, le cedió la cama a Mich y se quedó en el sofá tratando de leer. Prefería mantener a sus enemigos a una buena distancia, estar cerca de la puerta podía darle algo de ventaja, suponiendo que lograra dar dos pasos antes de caer muerta.

Axel llegó unas horas después. Trató de entrar en silencio, Marina no había podido dormir así que se aseguró de dejarle un espacio junto al sofá para que pudiese descansar.

—¿Por qué no estás durmiendo? —preguntó— Deberías estar descansando, lo necesitas.

—No me siento cómoda durmiendo con ellos aquí.

—No puedo culparte por eso. Si puedo asegurarte que no te harán nada, no a propósito.

—Eso no me produce ningún consuelo.

Axel extendió la mano para tomar la de Marina, las líneas rojas en su piel habían disminuido pero seguía alterando su apariencia. Con mucho cuidado Axel le dio la vuelta a la palma, la misma sensación de frialdad la embargó, observó maravillada cómo sus pequeñas grietas comenzaban a cerrarse.

Aún podía ver el fuego a través de su piel, podía sentir el calor apoderándose de ella. La sed incontrolable, el ardor en su garganta. Estaba allí, lo estaría por mucho tiempo. Marina quería reír ante la perspectiva de renovar, aunque sólo fuese un poco, sus fuerza.

OblaciónWhere stories live. Discover now