Capítulo 34. El destino ha cambiado.

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Le quitó el periódico de las manos y examinó de más cerca la foto, hay algo que es inevitable de especular cuando la ve y de lo cual no se atreve decir en voz alta o pensar.

—Es una bella creación de Dios —es como Daxton se refirió a ella y Dereck no sabe si esa descripción abarca haciendo juicio todo lo que la menor de los Rousseau representa.

Su mirada se profundiza sobre la foto confirmando con sus propios el efecto del problema que llevó a Lucas Magnusson a perder la razón paralizando el mundo.

—Dereck... —Daxton entre cerró los ojos —Sácame del error y dime qué no te gusta la mujer que a mí me interesa.

—Me ahorraré los comentarios. —contestó, bajó el periódico y miró a Daxton molesto —Además soy un hombre casado. Que me preguntes si me gusta otra mujer cuando la mía vive en mi casa me parece insultante.

—Bien, entonces devuélveme la revista. —pidió —Un hombre casado no puede ir al baño a pajearse con la foto de otra mujer cuando ya tiene una. ¿Cierto?

Preguntó Daxton para fastidiarlo pero sin darse cuenta del vocabulario que empleó enfrente del jerarca de los Walldering quién hace como no oye nada para no amargarse la mañana con las palabras subidas de tono.

—Ve a Roma y encuentra a tu hermana puede que la tome para mí en el futuro. —sugirió Dereck y se la devolvió a pesar que no quiere caer en su juego —Estás al tanto del acuerdo, mi matrimonio con Ross termina en seis años, si no logro reconquistarla durante ese tiempo creo que voy a retomar el compromiso que tenía con la menor de los Melbourne.

Lo provocó no sabe si por las copas que se volcó anoche pero que más da. Daxton lo saca de quicio. Dejó la revista sobre el mueble, no se la devolvió en las manos.

Y por supuesto que no va a masturbarse con la foto de la rubia de los Rousseau cuando desde su ruptura con Diana ha empezado a detestar a las rubias. Sus ojos y corazón ya tienen dueña, una pelirroja que se le clavado muy hondo. «Mi esposa»

—Nunca me opuse al compromiso entre Levana y tú, es más lo apoyaba para que nuestras familias se unan. —Daxton le aclaró mientras apaga con exagerada calma el cigarro que sostiene y que no ha inhalado desde que Dereck entró al vestíbulo.

—Eso sólo ocurrirá si es que me llego a divorciar y, sí es que la encuentras lo cual lo dudo puesto que el mar es un fenómeno indomable de la naturaleza. —Dereck dijo seguro y salió de la sala mientras recapacita en la estupidez que acaba de decir.

Conoció a la hermana pequeña de Daxton antes de que ésta fuera tragada por las olas del mar en uno de los viajes vacacionales que los Melbourne hicieron en Roma.

Los recuerdos de hace años vuelven a su cabeza mientras pasa por el pasillo otra vez ignorando las miradas de las sirvientas, las ganas de despedirlas aún persisten «Chismosas» alzó la muñeca y vio la hora de su reloj.

Tiene una junta dentro de poco, caminó hacia el helipuerto dónde su helicóptero está esperándolo. Salió al patio donde le llegó el fuerte viento derivado por las aspas de la nave, se dirigió directo hacia allí, sus asistentes y escoltas lo esperaban, le saludaron y Dereck les devolvió el saludo con un leve asintintimiento.

Subió al helicóptero, se puso el arnés de seguridad y dio la orden al piloto para despegar.

Observó la vista de abajo, la mansión es enorme, está rodeada y repleta de plantas que le dan a la residencia un aire boscoso.

Desvió la vista hacia un lugar en específico, donde sus ojos se enfocan en el balcón de la habitación de Ross, la nave se aleja y la vista se le torna borrosa pero juraría haberla visto detrás de las cortinas. «¿Ella me estaba viendo también?»

El Renacimiento De La Esposa Del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora