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Suni siempre fue de levantarse tarde pero cuando se mudó a Corea, esto cambió drasticamente.
Por suerte, tenía a sus padres que le insistían que se levante de la cama y desayune para poder ir al colegio.
─¡Suni! ─gritó Ga-eul.
La pequeña castaña saltó de la cama asustada. Su madre la miraba molesta.
─Te dije que te levantes hace como diez minutos, vas a llegar tarde a tu primer día.
Suni le dió una mirada malhumorada. Ga-eul salió de la habitación y está se empezó a cambiar.
Un bonito collar adornadaba su cuello, era el que le había regalado su amigo, sin tener una explicación. A pesar de no ser algo muy caro, a Suni le encantaba.
─¡Hija, el desayuno! ─exclamó la señora Chae.
La niña salió corriendo hacia abajo y se sentó contenta a desayunar.
─Pareces muy alegre, muy raro de ti en las mañanas. ─río su padre llevándose una taza de café a los labios.
Suni asintió. ─¡Hoy voy a poder ver a mis amigos!
Su madre sonrió. ─¿Los extrañaste mucho? ─cuestionó dándole una tostada.
Desde que se mudaron a Estados Unidos, se habían acostumbrado a desayunar como los estadounidenses.
─Bastante... ─murmuró con una sonrisa.
─Tres años es bastante. ─espetó Beo-deul.
Su madre se sentó en la mesa. ─¿Hablaste con tus amigos?
Suni movió la cabeza negando. ─No me contestan mis mensajes desde hace meses...
[...]
─¡Ten un buen día, cariño! ─le deseó Ga-eul a su hija.
Suni les sonrió y emprendió viaje a la escuela. Se había desaconstumbrado a ir caminando hacia esta, casi siempre la llevaba su papá antes de ir al trabajo.
Llegó justo a tiempo, antes que cerraran la puerta. Suspiró y corrió hacia su aula.
No habia cabezas rubias, no habia adolescentes vestidos como querían, solamente eran coreanos.
Suni sonrió regresando a los viejos tiempos. Caminó hacia su aula y entró.
Como era obvio, todo había cambiado. Todos estaban mucho más grandes y había personas nuevas.
─¿Esa es Suni? ─preguntó Cheong-san asombrado codeando a su mejor amigo.
Gyeong-su levantó la vista para encontrarse a la nueva castaña. Su cabello estaba brilloso, había adelgazado y tenía notables curvas por el crecimiento.
El azabache abrió la boca sorprendido y giró a mirar a Woo-jin y Dae-su que estaban igual que él.
─¿En serio es ella? ─susurró Joon-young con una sonrisa.
Aunque la primera en saludarla fue una de sus anteriores mejores amigas.
─¡Suni! ─gritó corriendo hacia ella, llamando la atención de todo el salón.
─¡Min-ji! ─sonrió correspondiendo el abrazo.
Na-yeon se levantó de su banco y se unió al abrazo.
─Te extrañamos muchísimo, Suni. ─suspiró Min-ji.
─¡No te vuelvas a ir así! ─se quejó Na-yeon.
─Descuida, no me volveré a ir. ─comentó contenta mirando a sus amigas.
Suni analizó el salón, había un 40% del salón que eran nuevos.
─¿Dónde está I-sak? ─preguntó caminando por el salón.
Un silencio incómodo adornó la conversación de las tres adolescentes.
─Desde que te fuiste, ella...
Min-ji no pudó continuar ya que dos chicas entraron riendo.
─Ella se separó de nosotras, cuando te fuiste. ─terminó Na-yeon por Min-ji.
Suni la miró pero ella solo se dispuso a sonreirle.
─Lunita se nos separó, Hermione. ─habló Na-yeon.
─Lo se, Ginny. ─respondió con tristeza.
Suni era fanática de Harry Potter desde que tiene memoria y, como es una potterhead, le comió la cabeza a sus amigas.
La castaña relacionaba a estas con personajes de la saga. Na-yeon era Ginny, Min-ji era Cho, a I-sak la llamaba Luna y Suni era Hermione.
Ese era su legado de amigas pero poco a poco se fue rompiendo...
─¡Sun, sun! ─gritó Cheong-san corriendo a abrazarla.
─¡Cheong-san, te extrañe! ─exclamó con una sonrisa.
Gyeong-su se acercó rodando los ojos pero sonrió inconscientemente al ver su collar. ─Pasó muy rápido, Sun sun.
Suni pusó los ojos en blanco. ─Hola idiota.
─Suni, ¿Qué tal? ─sonrió Joon-young acercándose.
Los ojos de Suni se iluminaron y lo jaló para un abrazo.
─¡Joon-young!
Gyeong-su sintió un malestar en el estómago.
Seguro algome cayó mal...
[...]
─Estoy completamente segura que Joon te extraño. ─comentó Min-ji entrelazando los brazos con sus dos amigas.
─Gyeong-su no paraba de hablar de ti. ─habló Na-yeon.
Las mejillas de Suni se tiñeron de rojizo mientras sentía algo extraño en el estómago.
─¿En serio? ─preguntó Suni.
─Para mi gusta de ti. ─soltó Min-ji.
Suni rodó los ojos. ─No digan tonterías. Él me odia...
─¿Por qué te odia? ─cuestionó la azabache.
─No lo se..., desde que nos conocemos me repugne pero siento lo mismo por él. ─contestó Suni tratando de evitar el tema.
─No lo creo, para mi te ama en vez de odiarte. ─reclamó Na-yeon molesta.
─No... dejemos de hablar de eso. ─reclamó Suni. ─Cuéntenme el chisme de tres años.