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Suni dormía como podía. Estaba acostada en el piso y sintió algo pesado en su pecho.
Gyeong-su estaba plácidamente dormido mientras con sus palmas hacia una almohada.
El corazón de la castaña comenzó a latir con más fuerza. ¿En qué momento el coreano se había acercado para dormir con ella?
Cheong-san se levantó y caminó hacia la ventana ignorando los ronquidos de sus compañeros. Miró por esta y sonrío un poco. Agradecía que Suni salvará a su mejor amigo.
Suni trató de levantarse, tratando de no despertarlo pero no funcionó.
─¿Qué haces arriba mío? ─preguntó fingiendo estar molesta.
Gyeong-su levantó la cabeza del pecho de la castaña y se sentó mirando el piso con sueño. Sentía que sus mejillas ardían pero rodó los ojos.
─¿Acaso te volviste loca? ─imploró el coreano. ─Tú quisiste que vaya contigo.
Suni alzó una ceja. ¿Ahora hablaba dormida?
─¿En serio? ─Indagó confundida.
Gyeong-su asintió y observó los labios de Suni.
─¿Qué haces? ─cuestionó cuándo este se acercaba.
Gyeong-su pasó su pulgar por los delicados labios de Suni. ─Tranquila. Tus labios están sangrando.
Las mejillas de Suni estaban rojizas.
«Que vergüenza» ─pensó la castaña dándole un zape a la mano del coreano.
─¡Oye! ─se quejó Gyeong-su. ─¿Por qué eres tan agresiva?
[...]
─Tarde o temprano vendrán por nosotros.─comentó On-jo.
─¿Cuanto esperaremos? ─cuestionó Hyo-ryung.
─Hasta que lleguen. ─le respondió On-jo.
─Nada indica que alguien vendrá. ─dijo Ji-min.
─¿Quieres salir? ─le preguntó Suni tocandose sus labios lastimados.
Ji-min rodó los ojos. ─Pero, aunque vengan, no nos encontrarán si no saben que estamos aquí.
─Podemos enviar una señal de auxilio.─demandó On-jo.
─¿Cómo? ─imploró Ji-min.
─¡Ya se! ─exclamó Suni. ─Cuando estaba en Estados Unidos. Vi varios postes en las calles con un "S.O.S". Tenian números de teléfono de auxilio, en caso de problemas.
─¿En serio? ─preguntó Gyeong-su. Estaba agradecido que Suni se haya hecho estadounidense por unos años.
On-jo asintió. ─Si. Mi padre me enseñó una señal que se usa en todo el mundo, es decir, "S.O.S".
