Prólogo: ¡Hágase la luz!

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Hubo un comienzo, muy enérgico, tanto que impulsó el inició del tiempo y el espacio, seguido por millones de años de silencio y oscuridad. Lentamente, reuniendo en soledad las gemas que formarían los primeros cuerpos celestes. Al nacer la primera estrella se inició una cadena de alquimia universal, una que lleva 14 mil 500 millones de años en continua evolución.

El primer sistema solar con condiciones de albergar vida tuvo un florecimiento tal que al tener todos lo recursos a su disposición creó seres imparables, indestructibles, inmortales. Seres tan primordiales que se consideraron Los originales del universo. Estos seres en su planeta alcanzaron la civilización y se subdividieron en dos grupos:
Los Dropas: innovadores, creativos, ingeniosos y con una increíble resistencia corporal en todos los sentidos, sobresalientes por tener la mayor tasa de regeneración celular conocida.
Y los Colnos: inteligentes, visionarios, curiosos y poseedores de habilidades electromagnéticas debido a su composición química, la cual era la debilidad de su contra parte Dropa.

Ambos descendientes de la misma especie en su época primitiva, pero que con el tiempo habían evolucionado y adoptado cada una sus propias costumbres y creencias. Factores que fueron causando poco a poco que cada vez se separaran más.

Los Colnos, con ansias de poder vieron su futuro en otros mundos, querían explorar el mar del espacio y colonizar nuevos planetas. Querían tomar el mando, pero al no poder con los Dropas y su tecnología, se lanzaron al cielo, más allá de nuestros límites.
Por otra parte los Dropas decidieron quedarse en su mundo ayudando a construir un futuro mejor para el mismo.
De esa manera Los originales se separaron en dos civilizaciones completamente distintas que adoptaron el nombre de su raza.
Dropas y Colnos. Pero a pesar de sus diferencias, estaban unidos fuertemente por el azar del destino. El caos.

Ambas especies tenían forma antropomórfica, antes de su separación cooperaban en investigaciones e información, generalmente del espacio exterior a su mundo. Contaban con estaciones espaciales especializadas para eso. Las estaciones vanguardia en esa rama eran Kris y Kron. Su mundo era un paraíso, bosques, océanos, ríos, bellas ciudades ecológicas, una atmósfera limpia de emisiones contaminantes. Una extensión total de la superficie de unos 510 083 006 km², un 29,5% de tierra y un 70,5% de mar. Poseía un único satélite natural al que le decían Morf, la cual estaba separada de su planeta por unos 380 000 km. Su volumen era 49 veces menor al de Siom (su mundo) pero su relativa cercanía hacía que se viese desde la superficie con un tamaño aproximado al de Nerea (su sol).

Después de separarse, los Dropas se quedaron con Siom y todo lo vinculado a él. Mundo del cual disfrutaron por unos 5 000 años más. Pues, como todo, nada es para siempre, ni siquiera la cosa mas perfecta, y ante el inminente fin de lo que no querían perder se vieron obligados a darse por vencidos, o unirse, y luchar por recuperarlo.

La composición química de Nerea, su estrella, como todas las de su tipo, permaneció constante desde su nacimiento hasta el momento que precedió a su muerte. La fase mas larga de la vida de una estrella es el período durante el cual produce energía nuclear, al convertir el hidrógeno en helio. Cuando el 12% de su masa se transmuta en helio entra en un período de inestabilidad.

  Los veladores del cielo lo detectaron y comenzó así la cuenta atrás para la evacuación de todo el planeta Siom para asegurar la supervivencia de su especie. Se activa entonces el Protocolo Priom el cual consistía en unas naves que se estaban preparando para cuando llegara el momento de abandonar el mundo.
  El protocolo contaba con unas 20 naves equipadas para vivir en ellas por tiempo indefinido, y contaban con una plataforma de ensamblaje en las cuales se montarían las naves para ser creadas.
Teníamos un mes aproximadamente antes de que colapsara la estrella pero, nada es 100% exacto. Solo estaban listas 5 naves cuando entró una inyección de masa coronal que cortocircuitó las plataformas de ensamblaje, el cielo se tornó rojo y todos comenzaron a correr a las naves. Era demasiado tarde, no había tiempo para terminar. Las alarmas sonaron en todo el mundo. Las 5 naves que estaban listas fueron a las principales zonas de evacuación previamente seleccionadas y comenzaron a ser cargadas.

  El corazón de Nerea se contrae, mientras que la superficie de su cuerpo se dilata y transforma en una gigante estrella, absorbiendo y reduciendo a polvo cada uno de sus planetas. La estrella intentando prolongar su efímera existencia expande su luminosidad hacia todas las direcciones. Aún así dentro de su pecho agónico sofocado por el calor creciente, presiente su muerte.

El cielo se tornó de un brillo insoportable mientras comenzaba el despegue de las Priom dejando atrás a millones de los nuestros, los cuales corrían desesperadamente sin esperanza ya de poder salvarse. En ese momento el terror inundó todo el planeta, el cual era engullido poco a poco por su propio sol.
Ninguna forma de vida en su superficie podía aguantar tanto calor. Los helados polos del planeta se derritieron en minutos. El nivel del mar sube mientras hierve, liberando vapor de agua, creando una espesa niebla que cubre todo el planeta. Los océanos alcanzan el punto de ebullición y su atmósfera se evapora y disipa en el espacio.

Es entonces cuando la estrella sintetiza sus últimos metales y exhala su último suspiro. La elevada temperatura en su interior convierte el helio en carbono y una sucesión de deficiencias en su composición química, la hacen, al final, sucumbir ante el tiempo. Al estallar devuelve la materia al jardín dando lugar a una nueva generación de estrellas.
"En la naturaleza nada se crea ni se destruye, todo se transforma"

Y mientras eso ocurría, los Dropas, o al menos los afortunados, los privilegiados o solo los que tuvieron suerte, acababan de presenciar la peor tragedia en su historia como civilización, la pérdida irremediable de su tan amado mundo y de más de tres cuartas partes de su población mundial.

A bordo de las Priom solo un tercio del total de la especie quedaba. No les quedaba otro remedio que adentrarse en los confines del cosmos, con la esperanza de encontrar un día un lugar donde vivir. Esa noche los Dropas vieron por última vez a su sol, y nacía el primero de los nuestros sin un planeta. Nací yo, poniendo mis ojos en los pequeños puntos de luz que se avistaban distantes hacia las profundidades del cosmos...

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