So you're a tough guy

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A Violeta no la conocía realmente, solo un nombre para asociar a una cara, pero sí sabía una cosa de ella: quería verla en el suelo, así que, no se lo iba a permitir. Tenía que no solo mostrarle lo bien que estaba, sino además lo arriba que estaba de ella como para siquiera imaginar que podía verla acabada.

Subió a sus redes sociales que quería hacer algo más privado que la fiesta de Halloween para su cumpleaños y que quería invitar solo a quienes realmente eran buenos con ella pues la sociedad falsas que le sonreían para luego hablar mal a sus espaldas.

Así el plan, que había iniciado con la fiesta de Halloween, siguió su curso, pues durante esos meses los chismes sobre ella desaparecieron. Todos querían estar cerca de ella, pero sabía muy bien el porqué. Conocía a quienes eran totalmente leales, a quienes podía fácilmente usar cuando a su conveniencia, aunque mandar de vez en cuando a otros no le incomodaba, incluso le hacía plantearse sobre su futuro.

Ella sabía muy bien a quienes invitar, o más bien, a quién no. La invitación decía que era un secreto quien fue invitado, por lo que, explicitaba que nadie contara siquiera a sus amigos o quedaría excluido de la fiesta.

Durante ese tiempo, Gustavo se preocupó de estar bien con Mara, pues Clara lo bloqueó en todas las redes sociales y le rechazó cada llamada, hasta lo evitó a toda costa en la escuela. Él sintió que tenía sus necesidades y, si bien ya había decidido seguir con Mara, no podía arriesgarse a perder a la única que seguía ahí para complacerlo, o eso era lo que él creyó que sucedía.

Para no parecer obvia, Mara le envió una invitación a Clara para ir a su fiesta de cumpleaños, aunque la chica estaba decidida que no se iba a presentar.

Contra los planes de Mara, resultó ser que su novio otra vez se estaba hartando de su carácter, que se había vuelto más duro con él, por lo que, volvió a buscar a Clara ante la frialdad de su novia. Así fue como a solo unos días del cumpleaños de Mara, en una fría tarde de enero, Gustavo atajó a la salida de la sala a Clara, quien como siempre iba saliendo al último.

Por su parte, Violeta estaba en el pasillo cuando eso pasó y le dijo a sus amigas que se adelantaran. Les sacó una foto como si ella se sacara una selfie y la guardó en caso de que nunca recibiera su invitación a la fiesta.

***

Amanda estuvo preguntando por meses a las demás chicas si sabían algo de Dariana, si sabían con quién se fue antes de desaparecer o si alguna vez vieron a aquel extraño cliente que la llamaba.

Se rehusaba a la posibilidad de que estaba muerta y se aferró todos meses a que si no localizaron su cuerpo, fue porque no estaba muerta.

Hasta aquel día, sábado 19 de enero.

—Señorita Ruiz —dijo por el otro lado de la línea telefónica el detective Fernández—, necesito que pase a la comisaría rápido. Ya va a concluir mi turno y prefiero hablar directamente con usted hoy.

—¿Hay un avance? —preguntó con ilusión—. ¿Encontraron a Dariana?

—Hablemos en la comisaría.

El detective terminó la llamada y Amanda tomó sus cosas para irse. Tomó un taxi esperanzada en reencontrarse con su amiga, que la iba a estar esperando en el escritorio del detective, aunque tal vez estaría en otra ciudad y el detective solo iba a entregarle la dirección. No tenía idea de cómo funcionaba eso, pero la sola idea de saber sobre Dariana la hacía feliz.

Fernández estuvo preparando su escritorio para recibirla, dejando incluso bombones de chocolate para que sacara. Después de todo ese martirio, no quería que ella se encontrara solo con otro policía frío. Los demás decían desde que Amanda apareció que él solo hacía todo eso para acostarse con ella, pero él era incapaz de siquiera insinuarle algo. Sí, la chica era preciosa, pero él no iba a abusar de su poder como detective con ella, que era una víctima, una mujer que se encontraba frágil por lo que vivía.

Chicos Malos #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora