|Capítulo 3|

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Hoy era el último día del año, las calles estaban desiertas del apogeo de las festividades. Todas las personas estaban con sus familias celebrando la víspera del nuevo año, mientras él se congelaba fuera de la mansión Grace con la esperanza de encontrar unos pergaminos para resucitar a su hermano. Un plan totalmente descabellado según su hermano mayor e Igneel, su tutor. Sin embargo contaba con el apoyo de Ignia, que haría algo igual de estúpido y loco. Entrar a la Santa Iglesia, más concretamente a la oficina del arzobispo era una locura. Eso poco importaba, ya que solo necesitaba una distracción y confirmación de su hermano de que allí no se encontraba lo que buscaba.
Golpeó cuatro veces la puerta, la mayoría de las personas usaban números impares, él no era todos. Fue recibido por una mujer con el uniforme negro y delantal blanco con detalles de encaje al igual que el cuello alto de la blusa azabache. Su cabello gris recogido en un apretado moño y un ceño fruncido era un claro indicio de que no sería bien recibido.
_¿Quién es usted?_preguntó con altivez y revisando su ropa con claro disgusto.
A Zeref no le importó su clara molestia de recibirle, vestía de negro como siempre. Esta vez usaba un esmoquín para impresionar a Kara con su buena apariencia, sabía que solo era un esmoquín de segunda mano y no de altas costuras.
_Yo..
_¡Zeref!_la voz alegre de Kara interrumpió su presentación pero eso no le importó.
El abrazo efusivo y el beso en la mejilla por parte de la niña de la casa no pasa desapercibido por la señora que abrió la puerta.
_Jassel,este es mi invitado así que tratalo con respeto_reprendió Kara dándole una mirada asesina.
La anciana mujer asintió en respuesta aunque realmente deseaba darle una bofetada a esa chiquilla malcriada. No se daba cuenta de que aquel joven solo estaba con ella por interés. Jassel no le gustaba aquel chico, sentía una mala vibra viniendo de él.
Kara lo agarró de su brazo y tiró de él con fuerza. Zeref al sentir el tirón de Kara le siguió con paso mesurado, no podía parecer nervioso ante la presencia de semejantes personajes.
La magnífica mansión se extendió a su alrededor con cada paso. Los suelos de mármol y las paredes de marfil lo deslumbraron. Las pinturas, jarrones de distinguidos artistas lo asombraron por su hermoso y delicado diseño. Los dragones no eran criaturas opulentas como los humanos pero él se sentía irremediablemente atraído por ello. Tal vez era consecuencia de vivir entre ellos tanto tiempo o solamente le gustaba lo bonito y caro.
La molesta voz de Kara seguía con cada paso que dieron hasta llegar al comedor donde era el doble del tamaño de su habitación en la Santa Iglesia. Estas personas no escatimaban en gastos incluso cuando los súbditos se mostraban en plena desesperación por la sequía que ocurría en todo el reino.
En la mesa estaban sentados ya los señores de la casa, Curt y Soria Grace. Kara era un reflejo de su madre, con sus cabellos violetas ondulados y ojos grises. También estaba dotada de las exuberantes curvas de su progenitora y su tono de piel blanca. Sin embargo obtuvo los gestos de desagrado y actitud altiva proveniente de su padre. Incluso ahora el arzobispo Grace no intentaba ocultar el disgusto de que uno de sus alumnos estuviera sentado en su mesa.
_Buenas noches, señor y señora Grace_dijo Zeref mostrando su mejor sonrisa falsa, aquella con la cual manipulaba a las personas.
_Un gusto, joven. Mi querida Kara me ha hablado mucho de usted_la suave voz de Soria dejó en claro que el chico le gustaba. Un auténtico caballero, aunque le preocupaba la diferencia de edad entre ambos y que fuera un estudiante de su marido.
_Es hora de la cena. Es un gusto volver a verte Zeref_hubiera sido más creíble sino hubiera fruncido el ceño.
Sin embargo no le importaba la aprobación de ninguno de ellos solo quería los pergaminos prohibidos y se marcharía de allí silenciosamente. Nadie lo volvería a ver en Crocus, se desvanecería de la noche a la mañana.
Después de una incómoda y tensa cena, todos fueron al salón a charlar un rato. Las dudas y desconfianza de los Grace se esfumaron al ver la clara devoción de Zeref por Kara, aunque todo eso era falso. Curt hubiera podido ver a través suyo sino fuera por su ambición. El arzobispo pensaba en el prestigio y poder que obtendría al tener como yerno a Zeref Black, el sucesor de Glorius Savage. La calma velada fue interrumpida por la llegada de guardias a la mansión donde le informaron al arzobispo de la entrada fortuita a su despacho. Zeref ocultó una sonrisa tras su copa de vino y se dispuso a brindar su ayuda para capturar al autor del crimen. En realidad había utilizado a Ignia como distracción, sólo que su hermano mayor no tenía por qué saberlo.
_Kara, amor mío será mejor que me vaya_habló Zeref poniéndose de pie para marcharse de ese lugar.
Que la joven Kara Grace, una lady de alta sociedad estuviera en compañía de Zeref a solas era inadecuado aunque todos estaban al tanto de la conducta libertina de Kara. Era un secreto gritado a voces, por así decirlo.
_Te acompañaré hasta la puerta_a la anciana criada le sorprendió que aceptara la decisión sin reproches. Tal vez este chico fuera capaz de domar ese carácter de la señorita.
Zeref se despidió de Soria y fue acompañado por Kara hasta la entrada de la mansión. Allí compartió un sencillo buenas noches y un beso en la mejilla por su parte.
Jassel observó todo sin disímulo, viendo desde la sonrisa bobalicona de su señorita ante tal gesto de cariño hasta la suave caricia del chico en su cabello. Estaba fascinada con el joven que logró conquistar el corazón de Kara. Después de ese breve intercambio de afecto por ambas partes la señorita Grace entró nuevamente a la calidez de su hogar junto a Jassel.

                         •●🖤💛●•

Toques en su ventana hizo que su corazón brincara de emoción, esa visita fue lo único que la detuvo de hacer un berrinche en el salón. Al abrir la ventana de su recámara vislumbró a la persona que anhelaba, Zeref estaba allí. El de cabellos negros con gráciles movimientos entró a su alcoba y la atrajo para besarle con pasión.
_Creí que ya no vendrías_suspiró Kara entre fugaces besos y sus caricias.
_No podía dejar a mi hermosa novia sin su placer_respondió Zeref deshaciendo el nudo de la bata de seda rosa y dejándola desnuda a su merced.
Ella correspondió a sus atenciones, a sus besos y sus caricias. Se entregaron a la pasión y el deseo carnal de unir sus cuerpos. Cuando Kara estuvo completamente saciada de él durmió plácidamente. En cambio Zeref tenía otros planes, saliendo de la cama con sumo cuidado y vistiéndose salió al encuentro de su cómplice en esa artimaña.
En minutos llegó a la recámara principal de mansión, tocó cuatro veces y allí estaba la persona que ayudó en su plan.
_Eres un cabrón manipulador_habló Soria mientras le entregaba los pergaminos que anhelaba poseer.
_Ambos disfrutamos de esta asociación, querida. Yo obtengo los pergaminos y tú la atención de tu esposo_no sentía ni un ápice de culpa por lo que hizo.
_No quiero volver a verte nunca más_dijo Soria enojada por caer en la tentación que era Zeref y traicionar a su marido. Solo fue una vez, pero eso bastó para el de cabellos negros ya que su intención era chantajearla.
_Fue un placer hacer negocios contigo, muñeca_besó sus labios a la fuerza para después salir huyendo de la mansión Grace. Tenía lo que fue a buscar.

~Caricia de Muerte~ Zeref y Mavis. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora