|Capítulo 10|

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_Eres un hada_declaró lo obvio Zeref. De hecho lo había notado desde el principio. No era la primera en su raza a la cual veía, Mikael lo fue. No quiso incomodarla con esa fascinación que mostraba cualquier criatura al ver sus ojos y que se marchara.
_Y no estás sorprendido_agregó Mavis de forma inquisidora mientras aquel extraño sonreía. No, ya no era un extraño, conocía su nombre, Zeref. Sin embargo no bajaría la guardia...aún.
_Eso implicaría que nunca hubiera visto una antes, pero conocí a uno. Su nombre era Mikael_contestó Zeref apartándose los mechones húmedos de su cabello de la cara.
Mavis siguió ese movimiento y lo encontró increíblemente satisfactorio. Ese simple gesto hizo que sus terminaciones nerviosas cobraran vida y lo viera más guapo aún. Un adjetivo apareció en su cabeza con el cual nunca había descrito a un chico, sexy.  Definitivamente ese espécimen masculino era peligroso para su estabilidad emocional y física.
_¿Cómo es posible? Las hadas se extinguieron en el año X679_incluso decir esas palabras quemaron en su pecho. Decirlo en voz alta se hacía más real. Ni siquiera había hablado del tema con Yuri y los demás, ellos entendieron que necesitaban tiempo. Mavis se sorprendió que la primera vez que hablaba sobre ello fuera con ese desconocido.
_Lo conocí mucho antes_alrededor de un siglo, para ser un poco más específico. El tiempo se difuminaba si habías vivido el doble o inclusive el tripe de la existencia propuesta por la natulareza.
_¿Lo conociste con cinco o seis años?_interrogó burlona. No parecía tener más de veinte aquel desconocido y no le gustaba que le tomaran el pelo. No era estúpida.
_En realidad lo conocí cuando tenía 20 años_si, ese año nunca lo olvidaría.
Mavis estaba enojada con él, seguramente se trataba de una broma y después se burlaría de ella por caer en semejante mentira. Sin embargo al ver su mirada volverse nostálgica y sombría, supo que no estaba mintiendo.
De pronto recordó las palabras de Zeref "por toda la eternidad" y lo supo.  Aquel chico era peligroso. Tenía conocimiento y poder, eso lo sabía al sentir su aura. Había dejado que la belleza y su reacción física hacia él le distrajera pero ya no más.
La postura cautelosa que adoptó Mavis no pasó desapercibida por Zeref. Una sonrisa intentó abrirse paso en sus labios pero la contuvo. Esa chica se volvía más interesante a cada segundo.
_Tú eres inmortal. Dejaste de envejecer cuando la maldición fue impuesta_declaró sin dudas Mavis después de unos segundos. Al principio pensó que la maldición fue solo impuesta hace unos días por lo que intentaría ayudarle al abogar por él antes la diosa Rae.
Sin embargo al ver la magnitud del tiempo impuesto por el otro dios y que la diosa no había intervenido, pensó que tal vez fue merecido y no un capricho de Aksheram. Los ancianos de su aldea decían que los dioses eran seres caprichosos y testarudos pero de buen corazón, por lo que no debían juzgarlos.
_Si, dejé de envejecer en el año X456 después de que ese maldito dios me impusiera esta condena_para Mavis fueron obvios el resentimiento y el rencor que sentía por Aksheram. Eso confirmaba lo que ya sabía, Zeref Dragneel es alguien muy peligroso.
_¿Crees qué no te merecías un castigo?_preguntó la hada intentando descifrar a aquel de ojos de cuervo.
_Lo merecía ya que hice algo imperdonable_esas palabras hicieron crecer preguntas en la mente curiosa y ávida de información de Mavis.
_pero pagué el precio de ello. Mi alma pertenecía al infierno y moriría en mi cumpleaños número treinta. Incluso si eso no bastaba al Dios podía arrebatar mi vida de la forma más cruel y sanguinaria pero no lo hizo.
Mavis no supo en que momento comenzó a moverse pero estaba frente a ella, tan cerca que podía sentir su respiración y el aliento cálido en su mejilla. Tan cerca que podía rosar esos labios pálidos que se arqueaban en una sonrisa cínica. Ella no respiró, no se movió, solo contuvo el aire en sus pulmones y observó esas piscinas negras que parecían penetrar hasta lo más profundo de su alma. Sus palabras crudas y sinceras hicieron que su corazón latiera de prisa, un ritmo apresurado como los pensamientos caóticos en su cabeza.
_Lo hubiera aceptado, hubiera puesto mi cuello en la gillotina si era necesario porque sería justicia_realmente quería apartar la mirada, alejarse de su cuerpo y recobrar el buen sentido. ¡Despabila Mavis! gritaba esa voz juiciosa en su cabeza pero fue contrarrestada por sus anhelos.
"Quiero quedarme a su lado, quiero averiguar todo lo que pasa en su cabeza y hacerlo mío", la hada cobró el sentido y empujó a Zeref lejos. Recobrando la claridad y apartando muy lejos aquella voz egoísta que realmente quería olvidar.
Zeref no le importó lo inesperado del empujón o que hubiera pasado más allá de su espacio personal porque lo supo. A esa pequeña hada le gustaba o al menos le atraía y eso traería grandes problemas para ambos.
_Alejate de mi, pequeña hada o correrás peligro_dijo Zeref volteándose  para alejarse de allí y seguir con su camino. Era hora de irse de Magnolia y emprender un nuevo camino.
_¿Eso fue una amenaza?_cuestionó Mavis apretando sus manos en pequeños puños. Un enojo le recorrió, furia por tal atrevimiento de aquel desconocido. Seguramente pensaba que era débil, no lo era y ella estaba dispuesta a demostrárselo.
_No, solo fue una advertencia que necesitabas oír_y yo también, pensó para sí mismo.
Mavis frunció el ceño ante sus palabras confusas. Ella pensó que se refería a daño físico pero lo que realmente quiso decir él, era que sus sentimientos o esa atracción podría desatar  algo mucho peor. Ninguno de los dos estaría a salvo al sucumbir a la pasión que podía ahogarlos en una espiral de odio y violencia.

~Caricia de Muerte~ Zeref y Mavis. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora