Tenia muchísimo que no subía nada aquí y sé que debo un par así que prometo ponerme al corriente con todos, el primero que debo es este, Iris mi amorrrr una disculpa por la demora pero aquí esta el tuyo feliz cumpleaños atrasado love u <3
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—¿A dónde me llevas?—pregunto colocando ambas manos en sus ojos los cuales seguían vendados por alguna tela de seda.
—No preguntes—ambos rieron al sentir que ella se tropezó—Cuidado.
—Un paso más y me matas.—Erich bufo y en ese momento Iris supo que había rodado los ojos divertido, lo conocía tan bien.
Tenían más de dos años de novios, después de que ambos salieran de la universidad habían comenzado su relación, Erich era un reconocido programador informático, siempre había sido de los más inteligentes de su clase.
En cambio Iris con un ligero empujón de Erich había decidido poner su propio negocio de optometrista, lo que veía solo como un sueño gracias al cariño y apoyo de Erich lo había logrado.
Ambos eran exitosos a su manera y por un instante Iris pensaba que eso en algún momento los iba a separar, pero Erich solo sentía que cada día la amaba más y por eso estaba decidido con lo que había planeado por meses.
La había llevado a uno de los mejores departamentos de Seattle sin que ella supiera, esos que cuando ambos eran más jóvenes bromeaban diciendo que vivirían ahí al graduarse.
Era el piso veintiséis, el más alto con la mejor vista de toda la ciudad, y el corazón de Erich no dejaba de latir con fuerza con cada piso que subían preguntando si le encantaría como él pensaba.
—¿Estamos en un elevador?—giró su cabeza hacia distintos lados tratando de "mirarlo".
—Es correcto cerebrito.—apretó el puente de su nariz.
—¿Entonces, estamos en un edificio?
—Es correcto.
—¿Un restaurante?
—No seas impaciente carita de ángel.
—¿Desde cuándo eres tan tierno?—rio.
—Digamos que es un día especial.
—Es mi cumpleaños.
—Lo es.—afirmó.
—Ugh ya quiero saber.
—Calma, casi llegamos.
El timbre sonó abriendo las puertas del elevador de lado a lado, Erich suspiro y con sus manos en los hombros de Iris comenzó a caminar dirigiéndose por el recibidor.
Todo estaba como había ordenado previamente, pétalos de rosa señalando el camino hacia el gran balcón que este tenía donde había una mesa con velas y la cena.
