8. Tensión sexual

134 14 3
                                    

Sarah

Se escucha el pitido de la máquina del hospital y me sobresalto cuando Nick abre los ojos. Mantengo la compostura, entonces me acerco a la cama en la que se encuentra acostado.

—Yo te lo advertí —digo fríamente.

—¿Te preocupas por mí? —Ignora mi acotación y me sonríe—. Ya me voy. —Se levanta del colchón, quitándose todos los aparatos—. No debería permanecer en una clínica creada por la C.E.E.R, a ver si experimentan conmigo también. —Se ríe.

Frunzo el ceño.

—No es gracioso.

—Lo siento, cariño, pero ya me voy, mi compañera se extralimitó con ese explosivo, ya ni sé si lo hizo a propósito o para ayudarme.

—Te dije que no confiaras en ella, vuélvete a Argentina.

—No —exclama serio.

—Entiéndelo, Nick, no tienes nada que hacer aquí.

Me agarra desprevenida de la cintura y se acerca a mi rostro.

—Yo te amo —declara de repente, entonces mis mejillas arden.

—Y yo ya no estoy para esto. —Me aparto—. Regresa de donde viniste.

—Entonces estoy en el lugar correcto. Digo, soy ruso —se burla.

Me quedo con la boca abierta, luego reacciono, cerrándola.

—Mezclaste las cosas.

Se ríe.

—No puedo irme, tú estás aquí, tú eres mi felicidad. —Me sonríe.

—Búscate a otra o una felicidad con más sentido independiente.

—No puedo, sé que tú nunca me traicionarías.

—Te acabo de disparar —le recuerdo y vuelve a reír.

—Sí, pero tu lealtad está alterada, eso es todo.

—No uses juegos de palabras y búscate una vida.

—Tú eres mi vida. —Toma mi cintura otra vez—. Creí que envejeceríamos juntos.

—Pues ya no. —Me vuelvo a soltar.

—No me rendiré, pues sé que mi sello perdurable está justo delante de mí.

—No —expreso con mis labios temblando.

—¿Por qué no? —Se aproxima a mi rostro—. ¿Ya no me amas? —susurra cerca de mi boca.

—Yo... —Giro mi vista—. Yo no puedo, no quiero seguir hablando de esto.

—Y sin embargo me salvaste, trayéndome a la clínica.

—Es que eres importante para la misión, no tiene que ver con mis emociones.

Me empuja hacia la pared y me sobresalto. Puedo sentir su respiración tan cerca que hasta lo besaría. Concéntrate. Mierda, no puedo. Miro su boca, hace tanto que extraño y deseo sus labios. Me voy a arrepentir, pero la tensión sexual está en el aire, no lo puedo negar. Mi respiración es profunda, entonces mojo mi boca antes de hablar.

—Acompáñame —expreso de manera suave.

—¿A dónde? —Mira mis labios.

—A donde no nos vean. 

Lealtad Alterada (R#15) [Lealtades #2]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt