CAPITULO 3: Los Recuerdos De Aquellos Días (Tercera Parte)

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Era una invitación inesperada.

Miré a Amber pensando que ella respondería por mí; inventando alguna excusa para no quedarme.

—Sí. Quédate a cenar.

Evidentemente me había equivocado de pensamiento.

—Ya es tarde, lo mejor es que me vaya —dije con un tono seco.

—Dame solo cinco minutos y te garantizo que disfrutarás de la mejor lasaña que hayas probado en tu vida.

Parecía que Donna no me dejaría ir fácilmente. Usé la única excusa que creí que podría serme útil.

—Ya he comido en lugares realmente buenos. El listón está muy alto y en verdad dudo que pueda superarlo.

Imaginé que Donna tomaría mi comentario como una ofensa, pero en lugar de eso, lo tomó como un reto.

—¡Acepto!

—¿Acepta qué?

—El reto.

—No era un reto, yo...

—¿Qué pasa Jason? ¿Por qué no quieres quedarte a cenar? No será que nos tienes miedo. —me dijo con un tono desafiante.

—No. Yo no tengo miedo.

—Pues tu aptitud dice todo lo contrario. Prácticamente dice a gritos: ¡ayuda!

—Claro que no.

—Sí, claro que sí.

—Muy bien eso fue todo. ¡Me quedo!

—¡Estupendo! Amber necesito que me des una mano en la cocina.

Me di cuenta hasta un minuto después que, de alguna manera, Donna me había manipulado, y de una forma muy fácil.

Mientras Donna y Amber terminaban de preparar la comida y la mesa, yo me senté nuevamente en el sillón de la sala. Mirando el lugar por segunda vez, alcancé a ver colgado en una de las paredes un violín. Era el mismo violín que la hermana de Amber tenía en aquella fotografía que había visto antes. Cuando me disponía a preguntar por la historia de ese violín; Donna me ganó la palabra diciendo que la comida estaba servida.

Frente a mí, Donna colocó un plato de lasaña con una apariencia exelente. El aroma era agradable, y tentador. Un aroma a comida casera. Ya había comido antes lasaña en muy buenos restaurantes de otras partes del mundo: Italia, Roma, Grecia. Mis expectativas con la lasaña de Donna no eran para nada altas. Pero en cuanto probé el primer bocado; quedé fascinado. Mi paladar pedía a gritos que metiera más de esa deliciosa lasaña en mi boca.

—Y bien señor "he comido en muchos restaurantes buenos", ¿qué tal está?

—¡Es la mejor lasaña que he probado!

—Suponía que esa sería tu respuesta, pero tranquilo, trataré de no regodearme tanto por saber que perdiste el desafío —bromeó Donna.

Amber se rio por el comentario de Donna.

Mientras comíamos, la puerta principal de la casa se abrió. El padre de Amber había llegado. De nuevo tenía la ropa sucia y de él, emanaba un aroma no muy agradable.

—Bienvenido querido —dijo Donna—. Tenemos un invitado. Este joven es el compañero de Amber. Su nombre es Jason Levins —me señaló con la mano.

El gran tamaño de ese hombre y su corpulento cuerpo hacían que me sintiera intimidado, pero eso cambio cuando se acercó para saludarme.

—Es un placer Jason. Soy el guardián de mi pequeña Amber. Llámame Henry —dijo con una voz autoritaria pero agradable—. Disculpa el hedor, de haber sabido que tendríamos un invitado abría entrando por la puerta de atrás. En fin, será mejor que me cambié antes de que mi aroma les arruine el apetito.

Avanzando A Tu Lado © (En Revisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora