▪︎Capítulo 15.

150 25 1
                                    

Xiao Zhou creyó por muchos años que convertirte en Rey, o Reina, era cosa fácilitaria, y que cualquiera podría hacerlo si contraía un compromiso con alguno de los príncipes.

Estaba equivocado.

La última vez que había pasado tiempo debido, o si quiera haber estado con Wang HuaJiao había sido esa noche en la que aquella bolsita perfumada se le fue obsequiada a través del agua del estanque.

Faltaba tan sólo unos cuantos días para el día en el que el trono finalmente fuera dado, pero estaba deseando que el tiempo previsto se convirtiera en algo más rápido.

¿El motivo? Sus pies. Sus cansados pies y espalda por tener que mantenerse recto al pararse y tener que caminar infinidad de veces en un sólo sendero del pabellón a cargo de las doncellas, con cristales en los hombros y un par de libros en la cabeza.

Sus modales ya eran buenos, así que no comprendía la necesidad de tener que estar siendo sometido a ese tipo de cosas. Sin embargo, no podía objetar. Era una condición dada por el aún Emperador, Wang Yang, y él no quería que todo lo logrado hasta ahora se echara a perder, mucho menos causar algún daño a HuaJiao.

—Su Alteza, no puede estar aquí.

Detuvo sus pasos, manteniéndose con los brazos en una altura promedio para que los artefactos de cristal sobre sus hombros no cayeran. Movió la cabeza lentamente hacía la dirección en donde la doncella exclamó, topándose con que en un bajo tejado, Wang HuaJiao estaba intentando subir para pasar al lado del pabellón.

Sonrió en su dirección en cuanto el mayor lo miró con un mohín en sus labios, acatando a las indicaciones de las sirvientas para irse.

Entonces, en un movimiento brusco que tuvo para dar una exclamación a su esposo, que no dejó de mirarlo mientras bajaba del tejado, los cristales cayeron, azotándose en el suelo estruendosamente de tal manera que retrocedió, extenuante.

Wang HuaJiao, aún queriendo volver a trepar para correr a por Xiao Zhou, fue de nueva cuenta casimente corrido del lugar, sintiéndose ligeramente amenazado cuando las dagas de protección de las doncellas se movieron en sus cinturones, aún si sabía que no le harían nada.

Xiao Zhou le negó con la cabeza desde su distancia, adquiriéndole su seguridad. Para eso, el Segundo Príncipe asintió con pesar, dando un salto al suelo en la parte contraria a donde él estaba, dejando el techo vacío a su vista.

Se puso de cuclillas en un intento de recoger las piezas del cristal roto, a lo que las feminas que le servían se apresuraron a copiar su acción y tratar de detenerlo.

—Príncipe Xiao. Su Alteza...

No respondió, causando el vacilo en la pobre chica que tuvo temor de que algo sucediera.

—Su Alteza, está bien, puede retirarse.

—Llámame por mi nombre.

La joven jadeo, negando efusiva mientras jalaba a sus pies las piezas rotas, evitando que Xiao Zhou pudiera si quiera tener contacto con ellas.

—¿Cómo me atrevería?— Un sonido mayoritariamente de negatividad salió de su boca, antes de reincorporarse, siendo esto después de su superior. —Príncipe Xiao, debería descansar un poco.

El nombrado reverenció a la chica ligeramente, yéndose, y provocando su cohibición, porque los originarios de la Dinastía, o bien, el Reino Feng en general eran demasiado crueles que ni siquiera las miraban; por supuesto, excluyendo a Wang HuaJiao.

Caminando de regreso a la habitación que compartía con su mayor, Xiao Zhou bajó la mirada al suelo al instante en que Wang Yang, seguido de YunHe pasaron del otro lado de la villa en donde iba, evadiendo que sus ojos se conectaran.

I'll Be Here With You.Where stories live. Discover now