Capítulo 28.

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El renacimiento de Wang ZhuoCheng fue dificultoso en todo su esplendor. Implicó dichas acciones de su vida pasada; acciones que, al final, no tenían ningún ápice de maldad.

Por supuesto, si no se llegaba a considerar que fue la parte principal del rompimiento de las reglas de un Inmortal.

Había nacido en una familia pobre, pero eso no era de importancia cuando sus padres eran las personas más amorosas que podrían existir, dándole todo el cariño que se necesitaba para que pudiese olvidar la mala condición ecónomica que tenían.

La mitad de su vida fue plena en diversión como cualquier otro niño, y sus padres eran el reflejo de unos completamente orgullosos de él, aún sí sus logros eran los más mínimos.

Quizás todo hubiera sido más que perfecto si ese día en el que el primer síntoma de su padecimiento llegó.

Apenas tenía diez años cuando su corazón dió su primera aceleración anormal; no por emoción, ni algún fuerte sentimiento por el que pudiera causarse dicha reacción.

Cardiomíopatia riesgosa; él no podría tener más la oportunidad de emocionarse en demasía si no quería sufrir esos horribles dolores o la sensación de no poder respirar cada que algo le causaba fuerte sentimiento.

Así pasó su vida. Llegó su adolescencia, y después la juventud. Sintió amor, por supuesto, amor por su familia y la vida; porque ninguna otra persona pudo ocupar un lugar en su corazón, más que aquel hombre de vida anterior.

Si se ponía a pensar con profundidad, una satisfacción le adornaba el alma justo cuando recordaba la súplica que tuvo hacía el Shinigami que lo guío al descanso temporal. El ruego de que su memoria no fuese borrada.

Fue una tarea de difícil para él, el convencer a esa frígida Inmortal de dejarlo irse con sus recuerdos lo que su vida y romance fueron. Sin embargo, al final esa petición se le fue concedida, aún si la advertencia de las dificultades que tendría en su reencarnación.

Cuando llegó a la edad en la que entendió lo que era el amor, pudo estar seguro de que cada dolor o pérdida de fuerza gracias a su enfermedad valía la pena.

¿Lo valía? Para él sí; porque sabía que su padecimiento era su castigo por seguir esperando por Liu HaiKuan.

Por eso, las lágrimas que se asomaban por el borde de sus ojos al tenerlo finalmente delante de él, era la representación de la felicidad que sentía; la satisfacción de saber que todo había valido la pena por el simple hecho de poder volver a verlo, aún si ya no estaba vivo.

Lo mismo con el Ángel. El ver al pequeño azabache justo frente a él, con sus mejillas y ojos rojizos producto de su conmoción sólo le provocaba el congelo total en toda la extensión de su cuerpo.

Y no reaccionó hasta que ZhuoCheng le dió la más brillante y sentimental sonrísa, mientras que reafirmaba el entrelazo de sus manos, aferrándolos.

-Liu HaiKuan, tú... ¿Sabes quién soy?

No podía quitar su vista de él. Así que, parpadeando con lentitud al instante en que las luces de los árboles en los que estaban debajo se encendieron, iluminándoles a ambos la cara, exhaló entrecortadamente, producto de su inefable sentir.

I'll Be Here With You.Where stories live. Discover now