Capítulo 26.

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Un día más tarde, casi en el mismo horario nocturno en el que YiBo cayó en su coma actual, Xiao Zhan ingresaba por enésima vez en el día para checarlo.

Liu HaiKuan había dado a Wang YiBo una pequeña parte de su energía para que pudiese durar un poco más de cierto tiempo al lado del ansioso pelinegro por sus mismas voluntades.

El Ángel aún no despertaba, cosa causante del pasmado ánimo que Xiao Zhan portaba desde la noche anterior.

Estaba inquieto, pero ver que esas heridas que aparecieron en el cuerpo de su amado empezaban a hacerse menos visibles en su intensidad para convertirse en marcadas cicatrices le hacían cálmarse tan sólo un ápice.

Él tomó aire, mirando brevemente el rostro pálido del mayor para después volver, colocando en el buró la palangana de agua tibia, sumergiendo conbiguamente la tela que llevaba.

Se sentó en el borde de la cama, llevando el ahora paño húmedo a YiBo, pasándolo y presionándolo en su cuello y cara para remover esos apenas visibles hilos de sangre que aparecían cada que una herida de repente hacía un acto de presencia.

Mientras lo limpiaba, estando a punto de volver a presionar, se detuvo en seco, viendo con ansiedad como los dedos del Ángel tenían un tenue movimiento sobre la frazada que lo cubría.

Sin embargo, no ocurrió nada más que eso, y que, sin que se diera cuenta, los párpados del mismo tuvieran un leve temblor. Inhaló brusco y, dedicándole una última mirada enternecida, se levantó para irse otra vez como a lo largo del día.

Ya estaba en el marco de la puerta, e iba a mirar atrás como siempre, solamente para llevarse como única respuesta el visible estado de sueño de YiBo. Hubiera sucedido así, si no fuera porque esta vez algo marcó la diferencia.

—Zhan...

Su pulso incrementó en intensidad de pura conmoción. Sonrió en medio de un exhalo al voltearse, encontrándose con eso que ya esperaba.

No bastó nada más que Wang YiBo le brindara una casi imperceptible y cansada sonrisa para que tomara un paso rápido a su dirección, subiéndosele casimente encima para abrazarlo con fuerza.

El castaño acarició su cabello con una mano, y con la otra, aprisionó a Xiao Zhan de la cintura para que no se alejara cuando intentara incorporarse. Le besó la cabellera con dulzura, recargando su moflete ahí mismo.

De esa forma, el menor se alzó hasta donde pudo por el agarre del contrario para con él, viéndolo con expresión angustiada. —¿Te sientes bien? Tus heridas... ¿Ya no te duelen?

Cuestionaba sin detenerse una vez que la conmoción inicial cesó. Como no obtenía ninguna respuesta, se apresuró a subir sus manos para intentar desabrochar la camisa del Shinigami, sin lograrlo, pues este lo detuvo.

—No hagas nada.— Sonrió con más evidencia, soltando las muñecas del pelinegro en cuanto vió su calma regresar. —Estoy bien, no te preocupes más.

La respiración profunda del menor fue la respuesta obtenida a su hablar. Podía saber incluso sin ninguna palabra o melifluo de por medio que Xiao Zhan quería decirle muchas cosas.

Estaba entendiéndolo, pero también comenzaba a temer por lo que posiblemente serían esas próximas cuestiones.

Presionó la cabeza de su A-Zhan para que la recostara en su pecho, y una vez así, esperó con enartecido sentir esas palabras preocupadas que prontamente saldrían de la boca del primero.

I'll Be Here With You.Where stories live. Discover now