9. ÉL Y YO

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—¡Te he preparado el desayuno Lyn! —me despierta Berta, haciendo mucho ruido. A veces se parece a un terremoto. 

¡Qué susto!

—Dios mío, Bert... ¿qué hora es ? —levanto mi cabeza despeinada de la almohada y restriego mis ojos con las manos. Me siento muy cansada.

—Son las 10:30, ¡venga vamos, que tenemos muchas cosas de las que hablar!

—¿Y qué haces tú despierta a esta hora? ¿Un sábado? —pregunto con voz interrogativa y a la vez se me pasa por la cabeza de que posiblemente ni siquiera durmió en la residencia. —Si nunca te levantas antes de la 1 del mediodía... ¿Acabas de llegar? —continúo y la miro atenta.

—¡No! —dice de vuelta con rapidez—. Volví anoche sobre las 3. Estuve saliendo por ahí, mientras que tú señorita, estabas cenando en un restaurante de lujo con el buenorro de Woods —dice esta muy convencida.

Mientras que comenta su versión de los hechos, se tira a mi cama y le da un mordisco a una manzana verde brillante. Entonces acerco mi cara a la almohada y no le respondo.

—¿Qué? —pregunta con mucha curiosidad—. No me digas que no te lo pasaste bien. Por favor, ya que me he despertado a estas horas de la madrugada para enterarme del cotilleo, ¡suéltalo, anda! —y le da otro mordisco a la dichosa manzana, que se ve muy sabrosa.

—¿De la madrugada? —me hace mucha gracia— ¡Qué cosas tienes, loca!

—Venga, ¡dime! ¿no te lo pasaste bien? —vuelve a preguntar en un tono más serio, con cierta preocupación.

—Nahhhh... no es eso. ¡Déjame dormir! —le digo con la esperanza de que me vaya a dejar en paz y no "obligarme" a que le cuente lo que pasó anoche. Además yo misma estoy deseando de olvidarlo todo porque estoy muy avergonzada.

—¡Lyn, no me hagas esto!

—¡Cuéntame tú primero! —le digo en el gran intento de ganar tiempo porque realmente no sé que le voy a contar -o cuánto- de todo lo que pasó.

—¡Vale! —contesta esta animada y se tumba en mi cama, a mi lado.

—Anoche conocí a un chico y ¡fue un flechazo!

—¿En serio? —pregunto, contenta de que he conseguido desviar su atención.

—¿Y sabes que estudia Derecho, en la misma facultad de Rebe? 

—¿Quién es?

Ya me ha entrado la curiosidad.

—Está terminando ya la facultad, es mayor que nosotras. Se llama Bram y ¡está buenísimo!

—¿Se llama como el escritor de Drácula?—pregunto risueña. 

—Pues... ni idea. Será, pero no es vampiro —musita esta y sigue riéndose de forma melodiosa.

—Bert, Bram Stoker no fue un vampiro, escribió sobre vampiros.

—Bueno lo que sea... Y lo que te decía... ¡Bram tiene un cuerpazo!

—A ver, aver ... Bert ¡frena! —indico prudente—. Dime como es Bram, su personalidad —tras pedirle esto me apoyo de un lado, hincando mi codo en la almohada blanca impoluta—. ¿No te das cuenta de que lo primero en lo que te fijas siempre es el físico?

—¡Ya lo sé! —replica un poco molesta—. Yo soy de las que voy a por lo que me entra por el ojo. Con la comida pasa igual, ¿o no? —añade y levanta los hombros suavemente.

—Ya, pero Bram no es comida —pongo los ojos en blanco y pienso que es muy descabellado lo de Bert.

—¡Pues... no niego que lo veo como si fuera un helado! —y se pasa su lengua por los labios, mirando el techo.

El ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora