12. ¡QUIERO LA VERDAD!

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—¡Hola! ¿Qué tal? 

—¡Adam! —exclamo.

—¿Te he asustado? —me pregunta este con una sonrisa en los labios, al mismo tiempo que se está sentando a mi lado, un lunes a primera hora. 

—Un poco —contesto de vuelta.

Me doy cuenta de que el chico realmente tiene unos ojos muy bonitos y una mirada profunda. Aunque lo vi el sábado, en realidad con la cosa del profesor ni me di cuenta de que Adam es muy, pero muy apuesto. 

—¿Y Berta? —dice enseguida—. Siempre se sienta contigo. 

—Así es. Pero se fue ayer a ver a su familia a Staten Island y al parecer, se puso mala.

—Normal... después de la fiesta que se pegó el sábado. 

—Y el viernes —continúo y mi risa suena melódica en la sala de clase de la universidad. 

—¿Y qué te pasó el sábado en el club? Fuiste al servicio y después no apareciste... —me fija con la mirada—. ¿Te raptaron los extraterrestres? 

Me hace mucha gracia su afirmación y de momento pienso "Sí... los extraterrestres Más bien un bombón moreno y sinvergüenza..". Menos mal que no lo digo en voz alta. Adam sigue mirándome, con una ceja levantada. Seguramente está esperando mi respuesta. 

—Posiblemente —digo rápido y nos reímos los dos. 

Y hablando del rey de Roma... En ese momento entra el profesor Woods. Los lunes a primera hora tenemos Finanzas. 

Conforme lo veo aparecer con su porte imponente y vaso de café ( tiene esta costumbre de llegar a clase con un vaso de plástico), mi corazón baila desbocado. Pero tan desbocado, que de momento me pongo nerviosa y para distraerme, sigo hablando con Adam. Me acerco un poco más a él, para que el profesor no nos escuche. 

—En realidad Adam... me encontraba muy mal. Vomité, así que cogí un taxi. 

—Ahhhm... vale. ¿Y cómo pasaste la resaca?

—Ni te imaginas. Ayer tuve un dolor de cabeza tre...

No termino la frase porque súbitamente, el profesor se planta cerca de nosotros, se queda de brazos cruzados y nos empieza a mirar con recelo. Entre charla y charla, no lo he visto venir. 

—¿Se han dado cuenta de que la clase ha empezado? —dice en tono interrogativo, con mirada gélida. 

—Perdón —contesto yo enseguida. 

Adam no dice nada. 

—A ver si la próxima vez prestan más atención —nos habla muy serio y escucho el pulso en mi oído. Más bien siento mi pulso recorrer todo mi cuerpo.

Lo único que se me ocurre hacer es volver la mirada a otro lado y mientras, el profesor empieza a pasearse por la sala, entre la multitud de mesas, y continúa con su clase. 

—Espero que todo el mundo haya hecho la tarea. Quiero vuestra tarea en mi mesa antes de que toque el timbre. 

—Profesor, ¿se la podemos traer mañana? —escucho preguntar a un chico pelirrojo bajito. Curiosamente este tiene perfil de empollón, vamos, de una persona responsable y estudiosa.  

—¿Su nombre?

—Erik Davis. 

—Señor Davis, ¿Cuál era la fecha límite?

—Hoy, pero... estaba malo y la verdad es que no quiero bajar la nota —contesta el chico con mucho temor y vergüenza y, acto seguido, agacha la cabeza. 

El ProfesorWhere stories live. Discover now