23.RECUERDOS QUE DUELEN

6.8K 285 107
                                    

"Todo lo que tienes que hacer es ponerte los cascos, tirarte al suelo, y  escuchar el CD de tu vida. Canción tras canción, no puedes saltarte ninguna, todas han pasado, y de una forma u otra servirán para seguir adelante. No te arrepientas, no te juzgues, se quien eres. Y no hay nada mejor para el mundo. Pausa, rebobinar, play, y más y más aún...." 

(PELICULA: "TRES METROS SOBRE EL CIELO")

⚠️⚠️⚠️AVISO IMPORTANTE⚠️⚠️⚠️

ESTE CAPÍTULO ES CATALOGADO COMO +21. CONTIENE ESCENAS DE SEXO MUY EXPLÍCITAS, APARTE DE LENGUAJE VULGAR, QUE PUEDE RESULTAR DESAGRADABLE O VIOLENTO PARA ALGUNAS PERSONAS.

LEERÁS BAJO TU RESPONSABILIDAD.

Le echo un vistazo a mi teléfono y me quedo impresionada por la cantidad de mensajes que hay sin leer en el grupo de WhatsApp: cincuenta y dos mensajes. Los veo por encima y me estoy dando cuenta de que mis amigos se han enterado de que no estoy en Boston. Entre cachondeo, emoticonos y gifts, Rebe y Adam están muy interesados en saber cómo me está yendo el fin de semana. Además, al ver que no contesto, empiezan a insistirme. Hasta he recibido una llamada de Rebe. Noto que en un mensaje de tantos, Bert intenta quitarle hierro al asunto y les dice que me dejen en paz y que tengo mucho trabajo. Añade que estoy tan ocupada con el profe Woods,  que ni siquiera he tenido tiempo de ir a la playa. ¡La amo! Siempre da la cara por mí. 

Ahora a ver qué narices les contaré el lunes, cuando me empezarán interrogar. Espero que en mi frente no ponga con letra mayúscula "ME HE HINCHADO DE FOLLAR TODO EL FIN DE SEMANA". No quiero dar ningún paso en falso y lo cierto es que soy pésima para mentir. 

Aparto el móvil y me intento dar prisa. Mis ojos resbalan sobre mi cuerpo en el espejo del cuarto de baño. Para esta noche he optado por una camisa blanca de manga mediana y una falda vaquera corta. Está empezando a refrescar y son casi las nueve de la noche. Tuerzo un poco la cabeza y me examino mejor. Parezco una verdadera colegiala, vamos, que me faltan solo las gafas y los libros. Enseguida le hago un nudo a la camisa en la zona del ombligo, de modo que dejo mi cintura a la vista.  También abro el botón de arriba de la camisa y arreglo un poco mi escote. 

—¿Qué te falta? —dice Alex y entra por la puerta del cuarto de baño. 

Se me queda un momento mirando y yo a él. 

—¿No te has cambiado? —pregunto cuando noto que sigue llevando el pantalón del traje gris, que está un poco doblado en la parte de abajo y la camisa blanca, también remangada. En los pies observo que tiene unas sandalias playeras, y en la mano lleva la botella de champán y dos copas de cristal. 

—No es necesario —contesta. 

—No te has traído ningún bañador, ¿verdad?

—No. Cuando viajo, suelo hacerlo por trabajo.  No pensaba bañarme. ¿No estoy bien así?

—No es eso —le contesto—. Pienso que no vas a estar cómodo. 

—Hazme caso Aylin que cuándo más cómodo me siento es cuando llevo traje. 

—Será... —murmuro perpleja y empiezo a caminar hacia él. 

—¿Nos vamos entonces? —dice sereno y diría que hasta contento. 

Cuando llegamos a la planta baja, observamos que en el jardín del hotel hay un grupo de música tocando. Parece ser que hay una fiesta esta noche. La gente está bastante animada y la melodía sofisticada invade el silencio de la noche. Percibo las notas musicales de un teclado y de un violín. ¡Qué belleza! Es como un bálsamo para mis oídos y para la tensión que se ha instaurado ahora entre nosotros. Hemos bajado en silencio los dos. 

El ProfesorWhere stories live. Discover now