11. QUIERO ADORARTE

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Es escalofriante tenerlo de frente. Lo sé. Más escalofriante todavía es no saber qué hacer con mi vida. ¿Disfrutar? ¿Acceder al vicio? ¿Acceder a la que él me podría ofrecer?

Quiero darte un beso. Quiero adorarte. Quiero sentir esa locura .

Todo esto se me pasa por la mente. Es todo lo que le diría al profesor. Palabras que no pueden salir de mi boca y están estancadas. Palabras que se me ocurren sin mucho esfuerzo y enseguida pienso que soy demasiado romántica. Siempre lo he sido, aun así, nunca me he enamorado. 

Las caricias del profesor Woods me persiguen todavía y sus labios sobre mis pechos y aquel mano que jugaba con mi parte íntima me provocan cosas que no sabría explicar. 

¿En qué momento entraste en mi vida, Brian Alexander Woods? , pensé para mí misma atormentada, mientras disfrutaba de una taza de té caliente. 

Me acabo de duchar, es cierto que debido al vómito de anoche y el sudor, huelo fatal.  Son las 11 de la mañana ya, y la cabeza me sigue doliendo. Es como si tuviera una bomba que en cualquier momento explotará. Menos mal que me he tomado un analgésico y este y está haciendo efecto. 

El hecho de que el profesor se haya ido de aquella manera cuando me ha traído a la residencia , sin siquiera despedirse de mí, no me deja tener un domingo tranquilo. Aunque busco en mi mente desesperadamente, no encuentro la razón por la que me importa que él esté decepcionado. Sin duda, está decepcionado de que yo haya pensado que me obligaría a hacer algo que no quisiera, que me forzaría. 

Y reconozco que ahora, más que nunca, estoy convencida de que el profesor Woods no me haría daño. Aunque sea una persona fría, tenga esa predilección por el sexo, y le guste vivir al límite, sé que el profesor es buena persona...  Como también estoy segura de que hay algo en su vida que lo está trastornando. No sé cómo, pero es lo que mi sexto sentido me susurra.

Tengo cada vez más claro que una persona no puede llegar a ser de aquella manera: de piedra, sin escrúpulos, infiel y sin estar interesada en el amor... si previamente no ha habido algo muy profundo en su vida, algo que arrebata continuamente su tranquilidad. Algo que haya dejado marcada su vida. Pero ¿el qué? Eso es lo que tengo que averiguar. 

Pienso que todo en esta vida tiene un "porque" y siento que estoy en la obligación de descubrirlo. Quizás quiera descubrirlo porque el profesor Woods me está empezando a importar más de lo que me gustaría. Y sé que no es lo correcto. Ni siquiera es correcto estar pensando todas estas cosas, cuando lo sensato sería alejarme de él. No podría traer nada buena en mi vida, en la vida de una chica conservadora, tradicional y romántica... vale cursi, como dice Bert . Sin embargo, también me pregunto ¿Qué hay correcto y justo en esta vida? No puedo seguir trastornándome de esta manera, con estos pensamientos. 

Me levanto del sofá y echo un vistazo por la ventana. Hoy la tarde se va a poner fea, parece que va a llover y ya están cayendo unas diminutas gotas. De hecho, es el día perfecto para estar acurrucada en la cama, con una manta y buen libro. Sí, es lo que voy a hacer. Cojo uno de los libros que estoy leyendo ahora mismo, intitulado "One up in Wall Street", de Peter Lynch. Leo durante media hora, pero por desgracia no me puedo concentrar. Necesito saber más cosas sobre el profesor. 

Busco en Internet más información sobre él y sale su foto en unas pocas páginas webs que tienen que ver con literatura y el mundo de los negocios. Y curiosamente leo que la mayor revista de finanzas "Journal of Finance", cuyas publicaciones sigo asiduamente,  lo apoda como "El lobo de Boston, uno de los mejores agentes financieros de la costa noreste estadounidense".  Claramente están haciendo un guiño precisamente a la famosa película (¡mi favorita!) "El Lobo de Wall Street". 

Y me rio sin querer. Lo de lobo también me suena mucho. Los lobos son depredadores. 

Me estoy dando cuenta de que este hombre me intriga y me apasiona cada vez más. 

Sigo buscando más material, como las imbéciles, y encuentro más fotos de él, principalmente con su esposa Lorraine Woods. Me cuesta reconocerlo, pero no me gusta ver aquellas fotos: ella sonriente y él serio como siempre, ella agarrándolo del brazo y él pasando su mano por su cintura. También se le relaciona con la abogada de la que Rebe nos contó en una página web. Empiezo a leer, pero caigo en la cuenta de que en ningún momento se le está denigrando al profesor en aquella publicación, todo lo contrario. Según ellos, Elisabeth Stuart había recurrido al chantaje y tenía una obsesión con el señor Woods. Ella en cambio, había afirmado de que era su amante y que se querían. De toda la polémica, en realidad él era el único que salía ileso, los medios recalcando que "el profesor Woods" es "una persona íntegra y respetable, aparte de un gran profesional". 

¡Y una mierda!

Vuelvo a recordar las insinuaciones que este me ha hecho durante toda la semana y pienso angustiada en su personalidad turbia, al igual que su matrimonio extraño. Y también vuelvo a recordar todo lo que pasó anoche. 

No quiero seguir atormentándome más con este tema, así que vuelvo a animarme pensando en el futuro libro que publicaré junto a él. Necesito seguir trabajando como asistente y tenerlo cerca, sin embargo me mantendré muy alejada del profesor y me seguiré comportando como si fuéramos dos extraños. Seguro que al final se enfriará y tirará la toalla, además tengo un punto a mi favor: está decepcionado con lo que pensé de él. 

Así que ¡genial! 

Deberá dejarme en paz. No soy lo que él busca. 

Y él tampoco lo que estoy buscando yo. 





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