CAPITULO 3

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Ilenka

Me despierto abruptamente con los golpes contundentes contra la puerta de la habitación y la cara de mi hermano aparece con los ojos cerrados haciendo que frunza mi ceño con molestia tratando de quitarme la somnolencia pasándome la mano por la cara.

—¿Estas vestida? —Pregunta y me siento en el borde de la cama.

—Por supuesto. —Afirmo.

Me incorporo viendo un reloj que hay sobre un mueble indicándome que es mucho más temprano de lo que acostumbro despertar, se adentra completamente dejándome un uniforme sobre la cama.

—Tienes que ponerte el uniforme rápido, te tengo que llevar a la central. —Ordena y sale de mi habitación.

Me froto los ojos y me meto en el baño, me ducho tomándome todo el tiempo del mundo como me gusta y disfruto de hacer. Salgo del baño en el albornoz cepillándome el pelo paseandome por el vestidor, miro como toda la ropa sigue en el mismo lugar tal como lo recordaba y cuando termino de cepillarme el pelo salgo a buscar la ropa que me dejo mi hermano.

Me pongo el pantalón camuflado, la remera pegada al cuerpo, la ropa interior, los borcegos y el cinturón todos de color negro en conjunto, mientras vuelvo a ir al baño, para hacerme un medio-recogido en el pelo con un broche.

Salgo del cuarto poniéndome los lentes protectores y bajo las escaleras yendo hacia el comedor donde me espera el pelinegro con impaciencia.

—Desayuna, vamos. —Se apresura y asiento.

—No es necesario que me recuerdes cuando debo comer. —Espeto y me mira con curiosidad.

Me meto a la cocina y algunos fantasmas del pasado me atacan, trato de ignorar los recuerdos que mi mente traicionera proyecta, me sirvo un poco de café con un par de tostadas con queso untable y mermelada.

—Ilenka...

Me llaman detrás de mí de forma de reproche y miro sobre mi hombro a la mujer castaña de ojos cafés vestida con el uniforme de servicio que le hace usar mi padre.

Recuerdo mi pre-adolescencia y adolescencia, siendo criada y acompañada por ella, y el sentimiento de ausencia afectuosa de parte de mi padre presiona en mi pecho haciendo que se me forme un pequeño nudo en mi garganta.

—Me pudiste haber dicho que te prepare el desayuno. —Menciona apoyándose a mi lado en el mármol.

—No hacía falta Mari, puedo hacerlo sola. —Le respondo tranquila terminando de preparar las cosas.

—La próxima vez llámame. —Me recrimina y asiento con una pequeña sonrisa de lado.

—Lo hare, pero no te preocupes, todo este tiempo estuve haciendo mis propias cosas, asique ya no te necesito tanto. —Le explico y en un pestañeo sus ojos se cristalizan.

—Me alegra mucho, mi niña... —Dice y su voz se vuelve melancólica— Es una lástima que te hayan encontrado, podrías haber seguido siendo muy feliz fuera de aquí.

Mis ojos bailan entre el café de los suyos y siento el nudo en mi garganta ahogarme sin dejarme respirar, miro el desayuno poniéndolo en una bandeja rápidamente tratando de llenar mis pulmones con el oxígeno que no siento entrar por mi nariz y salgo apresuradamente de la habitación queriendo dejar de sentirme tan abrumada con lo dicho por Marina.

Vuelvo al comedor sentándome en la cabecera de la mesa al lado de mi hermano. Comienzo a comer tranquilamente hasta que veo que mira su celular con mucha atención haciendo que la intriga hace que me cosquillee la lengua y no pueda contener las preguntas que salen por si solas como muchas veces me paso con él llevándome algún que otro regaño de su parte.

DestinadosWhere stories live. Discover now