CAPITULO 5

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Ilenka

Siento que tengo algo en los ojos que no me deja ver nada, frunzo el ceño tirando de mis manos, pero me doy cuenta de que están atadas al respaldar de la cama al mismo tiempo que siento una brisa enfriar todo mi cuerpo, erizando los bellos de mi cuerpo, captando de que no tengo nada más que lencería que apenas me cubre.

—Pero que... Me callo cuando a mi lado se hunde el colchón.

—Te ves tan sexy esposada a la cama... Que delicia. Murmura Nicodem a la vez que muerde el lóbulo de mi oreja.

—Nicodem... ¿Qué estas...? Enmudezco cuando algo cae sobre mi estómago y pecho.

—Creo que será mejor que me mires hacer esto.

Me quita la venda de los ojos y lo veo bajo un telón de luz roja, miro mi estómago viendo una mancha de un líquido oscuro que se derrama por los bordes, el rubio se levanta posicionándose frente a la cama mirándome con lujuria y me deslumbra con su gran bulto.

Se sube a la cama mirándome como un felino mira su presa, abre mis piernas y mi respiración comienza a entrecortarse cuando comienza a pasar su lengua desde el elástico de las diminutas bragas hasta mis pechos, sonríe mientras se acerca y me besa pasándome el sabor del chocolate.

—Como dije, que delicia. Murmura y me humedezco aún más al escuchar su ronquera.

Se sienta sobre sus talones haciendo a un lado el encaje que cubre mis pezones dejándolos libres y me quita las bragas, vuelve a derramar chocolate sobre mi cuerpo haciendo hincapié en mis pezones y monte de venus, se inclina nuevamente rozando nuestros labios, pero cuando trato de pegar nuestros labios, se aleja impidiéndolo con una sonrisa de suficiencia.

Mira mi cuerpo y sonríe como si estuviera a punto de devorar a su presa favorita mientras baja lamiendo todos los lugares en donde hay chocolate hasta mi monte de venus, me mira lascivo mientras toma mis piernas, me agarro de las esposas cuando comienza a besar los labios mayores, mi respiración se acelera mientras se comienza a acercar a mi clítoris, y...

Me despierto con un ruido fuera de la habitación, suelto las sabanas que tenía agarradas por culpa del sueño húmedo y trato de levantarme, pero al comenzar a cerrar las piernas un leve ardor que tengo desde hace una semana aparece fastidiándome.

—Maldito, imbécil. —Mascullo.

Me levanto de la cama acomodándome la camiseta y voy al baño apoyándome en el lavamanos adormilada mientras me froto la cara tratando de quitarme un poco el sueño. Me meto en la ducha bañándome en 15 minutos, salgo con el albornoz y el cabello húmedo.

Me visto en 5 minutos con el uniforme negro y voy a la cocina viendo que hay un café sobre el mármol de la península como toda la semana. Me pongo los lentes de sol mientras bajo las cortinas para disminuir la claridad y tomo el café mientras entro al elevador.

Me quedo recepción antes de ir al estacionamiento y me paro frente al escritorio llamando la atención del recepcionista.

—Señorita Rosenstock —Saluda—, ¿Cómo está su hermano? —Me pregunta con cortesía.

—Está muy bien, en Rusia por lo que sé.

—Mándele saludos de mi parte cuando hable con él. —Pide y asiento con una leve sonrisa de lado.

—Claro, lo hare.

—¿En qué puedo ayudarla? —Consulta servicial.

—¿Hay alguna manera de que pueda saber si alguien entra en mi apartamento? —Se queda pasmado mirándome por un momento.

DestinadosWhere stories live. Discover now