1.Tinita

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Felix

Estoy harto y solo tengo quince años.

Mi mamá no para de hablar. Yo la amo mucho, pero de vez en cuando no entiendo los rollos existenciales que tiene con su trabajo.

Ella hace no sé qué coño en el BNC—que ya a este punto debería saber su cargo porque tiene tres meses allí—pero mi mente no lo almacena.

¿Pasará punto, o hará los puntos? ¿Existen personas que hagan los puntos? ¿Por qué el uniforme es tan feo?

—¡Y conchale no entiendo por qué la secretaria se pone con esa, si ya lleva semanas que me está diciendo que lo va a hacer! ¿No es insólito?—agitó el sobretodo color verde tristeza bancaria.

—Sí, sí, horrible—negué, y volví a disociar mientras veía una mosca parada en el jugo de guayaba.

No estaba harto de mi mamá. Ella era panita. Estaba harto de no poder bailar.

Entrando en contexto. Desde carajito he amado mover el culo. Actualmente lo hago en dos sentidos distintos... ¡Pero el punto es que bailar ha sido mi gran zona de felicidad!

¿Lo malo? Vivo en Venezuela.

Nunca fui gran fan de las academias cercanas a mi casa ¡No tengo nada en contra de los bailarines de escuelas! Solo siento que ellos sí tienen algo en contra de la humanidad, o no sé, la mayoría me parecen tan intimidantes. Aún así, de pequeño tuve la fortuna de bailar en unas. Fue divertido hasta que el dinero de mis papás se fue a la shit. Adiós educación, hola bailar solo en el cuarto sintiendo que cada vez lo hacía peor.

De paso, vivir en Barinas no es tan inspirador para un bailarín.

No, no tuve una vaca de mascota.

Un cochino sí, pero no duró mucho.

Eternamente en mi corazón, Choncho.

La cosa es, que la vida da mil vueltas y nos mudamos con la familia de mi papá a nada más y nada menos que Maracay, hace tres meses.

Le estaba atinando a Caracas, pero el tío lejano que nos iba a recibir en su departamento fue encontrando por su mujer teniendo relaciones con otra señora y bueno...la casa y mi tío no terminaron en buen estado después de eso. ¡Lo bueno es que aún puede caminar!

Nah, es echando vaina. Siempre estuvo en mis papás el venirnos a Maracay, yo fui el de la idea de Caracas.

Son zonas un poco más movidas con el baile, y anda rondando en mi cabeza que quizá consiga algo donde pueda entrar. LO QUE SEA, hasta joropo estoy dispuesto a bailar, estoy desesperado.

—¿Qué tal el liceo?—preguntó mi mamá sacándome de mis pensamientos.

—De la mierd-

—Felix.

—Pero si está de la mier-

—Felix—reprendió.

Habíamos terminado de almorzar, seguíamos en el comedor mientras mi papá dormía y mi abuela veía la televisión. Podía escuchar la intro de Pocoyo a lo lejos.

—Ya, ya, perdón. Está bien, solo que aún no me adapto. No me gusta—dejé caer mi cabeza en la mesa.

—¿Aún no tienes amigos?—interrogó. Señora, mis compañeros se peinan con gelatina y van al liceo en Cross, definitivamente no estoy pa' ese esfuerzo social.

—Tengo a Jisung—mencioné.

—Un amigo real.

—Pero bueno mamá ni que fuera un Pou.

¡Oppa, nagueboná! [Changlix]Where stories live. Discover now