2. Palito

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—Mi amor, pero ven vale, tú si eres odiosa, bebé. ¿Cómo me vas a decir que soy un perro? ¿Con quién me has visto tú, ah? No vale, despídete bien, boba.

Sí, eso lo estaban escuchando mis oídos de manera no irónica.

Cinco. Cinco minutos faltaban para que se terminara la clase de inglés.

Mientras deseo no tener sentido auditivo, les daré un recorrido visual por mi salón.

Es una mierda.

El techo es de anime, pero hay solo como siete láminas buenas. El aire acondicionado es bipolar, a veces funciona, a veces no, y otras veces parece poseído porque hace sonidos raros. Los pupitres tienen muchos escritos legendarios como "Daniela es puta" "Juan Luis come pipí", aunque el mío en especial tiene un "Marico el que lo lea" que no me molesta.

La profe está dormida. Ella me cae bien, sabe que soy el único del salón que domina el inglés así que no me corrige nada. Se llama Gladys, vivía en Canadá, se vino a Venezuela con su esposo y después el señor la dejó. Ahora es profe de liceo.

En mi salón hay más varones que niñas. No estaba acostumbrado a eso, en mi liceo de Barinas siempre habían más niñas. Aquí abunda el olor a sudor y masculinidad frágil.

—¡Felicio!—exclamó hacia mí un niño flaco y alto de cabello rulo.—Qué lo queeeeé, mi pana.

Le dije a mi mamá que no tenía amigos, y es que Tony no es mi amigo, pero estoy seguro de que él sí cree ser el mío.

—Hey—saludé con una sonrisa tan real como la pata del escritorio de la profe.

Spoiler: lo sostiene un ladrillo.

—Mi hermano, ¿vas pa la rumba el sábado?—preguntó agarrando mi hombro. Qué rumba, yo no salgo.

—Verga, capaz, si me animo me llego—mentira.

—Sisa, mi loco, me cuadré una jeva bella—movió sus manos como una mosca. Tenía brackets, sus dientes eran gigantes, sentía que primero hablaban ellos y luego él.—¿Te cuadro una?

—Soy gay—corté de la manera más directa e incómoda con fé de que se fuera.

En años anteriores decir eso me hubiese dado siete ataques de ansiedad. Pero una vez que lo saben tus papás vale verga el mundo. Más si es un carajo llamado Tony con ortodoncia que quiere cuadrarme una chama como si fuera un Delivery de hamburguesa.

—V-verga—se timbró. Perfecto, vete, pensé.—No sabías que eras así, pero rela mano, yo te acepto, tengo un primo igual. Hasta los puedo presentar.

Oh no.

—Je, Tony...-

—Pero mira loco, no te vayas a enamorar de mí, oíste, yo soy tipo serio, tú sabe'—me golpeó la espalda.

Cerré los ojos, y respiré lo más profundo que pude tragandome cualquier cosa que pudiese decir.

Una lastima. Tendré que sacar a Tony de mi lista de sueños por cumplir.

Conté hasta tres, y terminé de respirar cuando el timbre sonó.

—Tranquilo, mano, no hay nada—sonreí para luego levantarme y salir esmachetado.

Me agobia mucho. Les juro que estos meses allí han sido deprimentes, no hay un día que no sienta que estoy en el lugar incorrecto. Quizá solo sea la sensación de mudanza, pero mano. Es muy muy ladilla estar allí.

Y dirán, Felix ¿si tú mamá parece ser tan delicada por qué te metió en esa webona tan fea?

A ella le cuesta mucho salir de su zona de confort. Se aferra en exceso a lo que ya conoce y lamentablemente la única referencia que tenía de educación aquí, fue ese liceo en dónde mi papá estudio. Que no dudo que haya podido ser bueno...HACE VEINTE AÑOS. Chae y yo tenemos la meta de salir de allí pronto, al menos para el próximo año escolar.

¡Oppa, nagueboná! [Changlix]Where stories live. Discover now