Capítulo 39

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  Exactamente un día después de que aquella carta llegara a Hogwarts, el ambiente en el colegio se oscureció, no existía otra forma de decirlo. Las nubes grises surcaban los cielos casi en su totalidad, el aire frio te calaba hasta los huesos y todos podían notar como algo estaba a punto de cambiar.

El rumor de que el director y cierto chico de cabellos azabache habían partido desde hace algunas horas, llegó a los oídos correctos. Por eso, mientras los profesores y el alumnado se encontraban distraídos corriendo de lado a lado buscando un lugar tranquilo, dos cabelleras rubias se dirigían sin impedimento a la sala de los menesteres.

El menor de los Malfoy centró toda su atención en hacer aparecer a un pequeño grupo de personas a través de un viejo y destartalado armario, cuando acabó, varios pares de ojos se miraban a la expectativa de recibir indicaciones. Bellatrix fue quien rompió el silencio.

—Haremos esto sin fallas, todos saben lo que deben hacer, cumplan con su tarea y nos reuniremos después en la mansión.

Greyback y los Carrow asintieron para después dirigirse a la salida de aquella sala, fue entonces cuando Bellatrix se dirigió solamente a los jóvenes del grupo.

—Escúchenme bien—levantó un dedo amenazadoramente y continuó—harán exactamente lo que mi señor les indicó que hicieran, sin fallas y sin titubear, deberán cumplir con su papel asignado tal y como se les ha pedido, manténganse a salvo—y culminó con algo que los llenó de esperanza a todos—los amo, son lo mejor que tengo en la vida.

Dicho esto, cinco personas atravesaron los pasillos del colegio causando temor ante a todo aquel que se cruzara en su camino, todo esto con la imagen de Draco Malfoy a la cabecera.

Mientras los Carrow y Greyback se perdían unos pasos por detrás cumpliendo sus indicaciones, Draco mantenía una mirada temerosa ante lo que hacían los adultos que guiaba por la escuela.

Afortunada o desafortunadamente, la alerta de que alguien había irrumpido en los terrenos del colegio, llegó a oídos de la orden cuando ese pequeño grupo ya se encontraba subiendo por la torre de astronomía.

Sabían a ciencia cierta que el viejo director se encontraba justo donde lo querían, por eso, sin que nadie lo notara, los mortífagos tomaron por rehén casi a la torre completa, permaneciendo en puntos específicos donde podían ver todo aquello que quisiesen y donde podían interferir si lo necesitaran.

Cuando Draco llegó al punto más alto de la torre, se encontró directamente con el director, estaba seguro de que lo había escuchado hablando con alguien y eso le indicaba que muy probablemente, Harry Potter estuviera escondido en algún punto de la estancia.

No le dio mucha importancia a este hecho, sabía que cualquier movimiento realizado esa noche, por mínimo que fuese, confirmaría las millones de sospechas que todo el mundo mágico tenia tanto de él como de su familia.

Y con eso en mente, decidió que era hora de cumplir con la misión asignada.

—Buenas noches Draco—dijo aquella nítida figura que parecía esperar por él.

— ¿Con quién hablaba? ¿Quién más está aquí?—fingió curiosidad puesto que ya sabía la respuesta.

—Me gusta hablar conmigo mismo—respondió el director muy apacible—pero me parece que no estás aquí para hablar sobre mis costumbres.

—En eso tiene razón.

—Debo preguntar, ¿Cómo es que entraron?

—El armario evanescente, en la sala de menesteres—respondió el chico.

Lista para esto. Fleur y Tonks.Where stories live. Discover now