14.- 𝐋𝐔𝐍𝐀 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐆𝐎𝐎𝐃

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El camino hacia la estación había necesitado de guardias, especialmente para Harry y JJ. A Sirius se le había permitido salir, a regañadientes, en su forma animaga, aunque en el viaje se la pasó jugando haciendo reír a su hija y ahijado.

Una vez dentro de la estación, se quedaron con disimulo junto a la barrera que había entre el andén número nueve y el número diez hasta que no hubo moros en la costa; entonces, uno a uno, se apoyaron en ella y la atravesaron fácilmente, apareciendo en el andén nueve y tres cuartos, donde el expreso de Hogwarts escupía vapor y hollín junto a un montón de alumnos que aguardaban con sus familias la hora de partir.

Jade de inmediato recordó a Alexander y Sofía, quienes hace un año no habían ido a dejarla, sino hace cuatro, en primer año; la primera y única vez que ellos la fueron a dejar. Pero no a recoger.

Se sentía extraña saber que eso había pasado hace ya un tiempo, jugueteó con sus manos sin poder evitar sentir nostalgia.

En estos momentos tendría a su madre, Sofía, diciéndole lo mucho que la amaba y pidiéndole o más bien rogándole por que se portara bien.

Alexander, su padre, le estaría diciendo que no se acercará a los chicos, más como una petición que como un comentario.

Esas palabras que le habían estado diciendo estos cuatro años al inicio de un nuevo curso... ya no estaban. Ya no las iba a escuchar mas. Ellos ya no le iban a dar su abrazo y beso en la frente.

Meneo si cabeza tratando de desaparecer ese mal sentimiento. Tenía que hacer como si nada.

—Espero que los demás lleguen a tiempo —comentó la señora Weasley, nerviosa, y giró la cabeza hacia el arco de hierro forjado que había en el andén, por donde entraban los que iban llegando.

—¡Qué perro tan bonito, JJ! —gritó un muchacho con rastas.

—Gracias, Lee —respondió ella, sonriente, y Sirius agitó con frenesí la cola—. Esta muy bien educado por mi, ¡y ya no tiene pulgas!

Ante lo ultimo, la cola del gran perro fue deteniéndose, dejando a un perro totalmente indignado.

—¡Ah, menos mal! —dijo la señora Weasley con alivio—. Ahí está Alastor con el equipaje, miren...

Con una gorra de mozo que le tapaba los desiguales ojos, Moody entró cojeando por debajo del arco mientras empujaba un carrito donde llevaba los baúles.

—Todo en orden —murmuró al llegar junto a Tonks y la señora Weasley—. Creo que no nos han seguido...

Unos instantes después, el señor Weasley apareció en el andén con Ron y Hermione. Casi habían descargado el equipaje del carrito de Moody cuando llegaron Fred, George y Ginny con Lupin.

𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍 𝐃𝐄𝐋 𝐅É𝐍𝐈𝐗Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu