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La discusión había terminado, ya no quería pelear, pero dejé muy en claro que si él pisaba el suelo de mi casa una vez más me iría definitivamente.

Habían pasado días y el tema no volvió a surgir porque la verdad ya no quería discutir más el tema. Estaba cansada, agotada, físicamente y mentalmente.

Los meses pasaron, ella de vez en cuando salía con SangWoo pero yo ya no decía nada al respecto, sola se iba a dar cuenta que definitivamente él no era para ella.

Durante esos meses, yo mejoré en el maquillaje pero muy poco, teñí mi cabello de rosa, y con ello llegó una gran depresión. En la que me sentía derrotada, y quizás debo darle gracias a esa depresión. Porque a pesar de todo, de sentirme como la mismísima mierda, llorar por todo, sentirme culpable de todo, logré lo que no había tenido en meses. La atención de mi madre.

Mi madre contrató Netflix, para que tuviera algo en que entretenerme, y vi una serie que me interesaba demasiado. Glow up. Aquella serie me encantaba demasiado, y me animaba a seguir con el sueño de ser maquillista profesional.

Con el pasó de los días y como a los dos meses, volví a maquillarme, y el proceso fue hermoso, me sentía como toda una artista y me sentía orgullosa de mi.

Después de tres meses volvía a sentirme linda.

Una noche, un viernes para ser exactos, había terminado de bañarme, y mi madre llegó de trabajar.

—¡Hola, Hana!

Saludé a mi madre como normalmente lo hacía, ella dejó con delicadeza su mochila en la cama y dejó una caja a un lado de la cama. Pensé que sería para guardar objetos.

—¿Quieres una hamburguesa del puesto de enfrente?

Sin dudarlo asentí, aquél puesto se había convertido en mi favorito de los viernes, sus hamburguesas eran deliciosas, traían bastantes papas fritas y un refresco, todo era muy barato y tan bueno que me volví adicta.

—Pero hay que bajar por ellas.

—Ummh, tendrás que bajar sola Hana.

—¡Mamá, vamos!

Mi madre empezó a reír y yo no entendía porqué. Hasta que tomó su mochila y saco a una pequeña cachorrita que al instante que vio a mi mamá lanzó lengüetazos hacia su rostro.

—¡Ay pero que cosa tan linda! —exclamé—. ¡¿De quién es?!

—¿Pues de quién crees? ¡De nosotras! Alguien vino a hacerte compañía cuando no esté. A ti y a Kookie, claro.

Tomé a la cachorrita entre mis manos, era tan diminuta y apenas le salían los dientecillos, era de color café y sus ojos eran tan hermosos con unas orejas enormes que la hacían ver aún más tierna. Llenó mi rostro de lengüetazos y yo solo pude reír. La dejé en el suelo y llamé a mi coneja, Kookie solo la olió, me miró y se fue a dormir de nuevo bajo la cama.

—Tiene dos meses, pensaba en ponerle Reina, como la perrita de la dama y el vagabundo. No sé que opines.

—Está lindo... ¿Pero sabes a quién se parece?

—¿A quién?

Dejé a la cachorrita en la caja de cartón y corrí por mi celular, busqué una foto y la enseñé hacia mi madre.

—Ay no, Hana.

—¡Se llama Holly! Y el dueño es el amor de mi vida, Min Suga.

—Hana...

—Ay, por favor mamá, si se parecen y el nombre es lindo. Por favor, ¿si?

Después de unos minutos, accedió.

Y así llegó Holly a mi vida.

La razón por la que sigo con vida.

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✧ OH MY, OH~!¹ | CHRISTOPHER BANG. ✧Where stories live. Discover now