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Sentir su mano acariciando la mía se sentía demasiado bien para ser real. Podrán llamarme loca pero juro recordar que justo en ese momento todo quedó en silencio. No hablaba nadie, solo se escuchaba el tráfico del autopista y solo sentía su mirada clavada en mi perfil.

Mordí mi labio y con la mano que me quedaba disponible arreglé una chaqueta en mis piernas.

No podía mirarlo. Porqué solo con mirar sus ojos quería lanzarme a él y besarlo hasta el amanecer.

Me gustaba, y mucho.

Era una niña perdidamente enamorada de Christopher Bang. Y aunque ya tuviera su vida hecha la frase "mi relación está al borde" me daba las esperanzas de ser yo quién pudiera aliviar su tormento. Que fuera yo con la que se distrajera un segundo y se olvidara de los problemas que tenía en casa.

Aunque estuviera mal.

De pronto, soltó mi mano. Y con ello un simple "te veo al rato" con voz sutil se hizo presente. Se levantó del asiento y regreso atrás de mi.

No hice ni dije nada. Solo miré por la ventana y vi como llegábamos a un portal para pasar directo a la carretera que nos llevaba a busan.

Pasaron unos minutos y regresó mi madre. Todos seguían hablando. Hasta que Jackson notó nuestros tatuajes.

—¡Niña! ¿Quién te dio permiso de tatuarte.

No tenía muchas ganas de hablar, así que mi mamá explico que era un tatuaje en conjunto. Ella, mi hermana y yo. La vez que me tatué fue muy graciosa. Terminé vomitando la verdad. Dios, que pena.

—Hana, te pusiste muy linda. Creí que Sara sería la más linda de las dos —se dirigió a mi madre—. Pero estoy seguro que la más linda de tus tres hijos es Hana.

—Sí, de hecho. —susurró Bang.

Tragué saliva y solo pude sonreír.

—Y más con ese hoyuelo en tu mejilla que te hace ver más tierna.

El tema pasó a segundo plano. Todos se quedaron dormidos a excepción de mi. Vi pasar muchos animales. Era una tipo granja en un pueblo muy lejos de Seúl y algo retirado de la ciudad de Busan.

Pasó un rato e hicimos una parada al baño en una tienda de servicio muy solitaria.

Yo esperé a fuera y cuando todos salieron volvimos a la camioneta. Faltó una hora para que llegaramos a aquel pueblo.

Al bajar todos lo hicieron, solo faltaba yo, la bajada era un tanto alta. Y Christopher me ayudó, tomó mi cintura entre sus manos y me bajó. Aclaré mi garganta, acomode mi vestimenta y después de darle las gracias seguí mi camino.

Nos dieron de comer en ese lugar. Nos atendió un mesero demasiado joven, tenía anteojos y era un poco torpe a decir verdad. Era una mesa redonda. A mi izquierda estaba mi madre. Y a mi derecha... Christopher.

Era demasiado introvertida y como había estado en una depresión me volví aún más. Al punto de que me avergonzaba que me vieran comer. Aún así comí una mínima parte.

El mesero volvió y me ofreció una bebida alcohólica, al ser menor de edad me negué. Y el mesero simplemente se fue.

—Hana, ¿ese es tu tipo de chico, no? —preguntó Christopher con un cierto toque burlón.

Sonreí y golpeé su brazo.

Si tan solo supieras que en verdad me gustas tú.

Pasó un rato y mi madre y yo fuimos a la camioneta a cambiarnos de rápido ya que los demás no tardarían en ir a cambiarse.

Justo cuando iba a entrar Christopher bajé mi vestido para lograr cubrir todo mi cuerpo. Él solo me miró, parpadeó un par de veces, trago saliva y habló.

—Amh, voy a pasar por mi traje, Hana...

—Ouh...

Me quité de esos asientos y proseguí a maquillarme.

Miraba de reojo como se cambiaba... Dios, se veía tan espectacular abrochando su camisa negra... Su cuerpo lleno de tatuajes, me pude percatar de los tatuajes en sus nudillos.

Que hombre tan espectacular.

La manera en que abrochaba su cinturón.. Como le hacía el nudo a su corbata, dios... Que buena imagen.

Al darse cuenta que lo miraba regresé la vista a mi espejo y seguí difuminando la sombra de color rosado.

Escuché una leve risa de parte de él.

Coloqué mis zapatillas y bajé. Todo estaba cubierto de pasto, y por poco lastimaba mi tobillo.

Mi madre tomó la adelantera y fue al escenario que se encontraba un tanto lejos. Me abracé debido al frío intenso que hacía, de pronto sentí su aroma, su mano calienta pasar por mi brazo y comenzamos a caminar al escenario.

—Te ves demasiado linda con ese vestido negro.

Podía apostar que mis mejillas estaban rojas.

Podía apostar que mis mejillas estaban rojas

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✧ OH MY, OH~!¹ | CHRISTOPHER BANG. ✧Where stories live. Discover now